Las fiestas de fin de año son el momento ideal para descorchar grandes etiquetas y celebrar con elementos que resulten los mejores respresentantes de los vinos argentinos. Desde blancos frescos hasta tintos profundos, Argentina ofrece una diversidad única que combina terroir, historia y carácter. Elegir un buen vino no es solo una cuestión de precio, sino de identidad. Cada botella acompaña la mesa y el encuentro. En estas fechas, el vino vuelve a ocupar un lugar central.
El Malbec argentino sigue siendo el gran protagonista de las celebraciones. Con estilos que van desde lo frutado y accesible hasta lo profundo y estructurado, es una apuesta segura para carnes y platos intensos. Las regiones de altura del norte y el centro del país aportan perfiles bien definidos. El equilibrio y la expresión varietal marcan la diferencia. Un buen Malbec siempre eleva la experiencia.

Los blancos ganan terreno entre los vinos argentinos
Los vinos blancos argentinos también ganaron protagonismo en las mesas festivas. El Torrontés, especialmente el de altura, se destaca por su perfil aromático y su frescura natural. El Sauvignon Blanc y el Chardonnay muestran versiones cada vez más precisas y gastronómicas. Son vinos ideales para entradas, pescados y comidas livianas. Funcionan muy bien en celebraciones prolongadas.
En este contexto, el trabajo de Bodega Federico Mena Saravia, en el Valle de Hualfín, Catamarca, aparece como una referencia de identidad y origen. Sus vinos de viñedos centenarios y altura expresan carácter, austeridad y profundidad. Es una bodega que prioriza el respeto por el paisaje y la historia. Una propuesta distinta dentro del mapa vitivinícola argentino.
Entre sus etiquetas, el Grand Blend Federico Mena Saravia se presenta como una opción sólida para mesas festivas y platos intensos. Se trata de un vino de corte, con estructura y equilibrio, pensado para acompañar carnes rojas y preparaciones elaboradas. Es un vino que invita a beber con tiempo. Ideal para cenas largas y conversaciones extensas.
En el plano de los blancos, el Sauvignon Blanc Ana Vallejo ofrece un perfil fresco, preciso y de marcada identidad de altura. Su expresión vibrante lo convierte en una excelente alternativa para entradas y platos delicados. Es un vino directo, con buen nervio y final limpio. Una elección acertada para quienes buscan frescura sin perder carácter.
Dentro de los tintos, el Malbec 2019 de la línea Viña Centenaria se destaca por su origen en cepas históricas y su expresión profunda del terroir catamarqueño. Es un vino con concentración, elegancia y una evolución que aporta armonía. Ideal para platos principales y momentos centrales de la celebración. Un Malbec con identidad y memoria.
También merecen un lugar destacado los vinos de Bodega Monteviejo, reconocidos por su estilo refinado y consistente. Sus blends y varietales de alta gama son habituales en mesas exigentes. Vinos equilibrados, con precisión y potencial gastronómico. Una referencia sólida dentro del vino argentino contemporáneo.

Desde proyectos familiares a bodegas consagradas, la gran variedad argentina
El norte argentino suma carácter con los vinos asociados al trabajo de José Luis Mounier, tanto en Cafayate como en Bodega Colomé. Son vinos de extrema altura, con potencia, frescura y una identidad marcada por el paisaje. Etiquetas que expresan el clima y la geografía sin concesiones. Ideales para quienes buscan personalidad en la copa.
Celebrar con vinos argentinos es también celebrar la diversidad del país vitivinícola. Desde proyectos familiares hasta bodegas consagradas, la oferta permite elegir con criterio y curiosidad. Estas fiestas son una oportunidad para descubrir, compartir y disfrutar sin estridencias.

