La Unión Cívica Radical (UCR) elegirá este viernes al sucesor de Martín Lousteau al frente del Comité Nacional, en una jornada que llega marcada por tensiones internas, desconfianzas cruzadas y una crisis profunda que desdibujó el peso histórico del partido centenario. La salida del gobernador correntino Gustavo Valdés, quien era considerado el candidato natural para encabezar la conducción partidaria, modificó la dinámica interna y dejó el camino despejado para un dirigente joven que hasta hace apenas unos días no figuraba en las apuestas.
Se trata de Leonel Chiarella, intendente de Venado Tuerto y actual vicepresidente de la UCR santafesina. Con 36 años, aparece como la carta de renovación en medio de una estructura fragmentada y desgastada por disputas internas que vienen profundizándose desde la debacle electoral de octubre. Su mayor fortaleza, admiten en varios sectores, es no pertenecer de forma directa a ninguna de las facciones que mantuvieron paralizado al radicalismo durante el último año.
La reunión clave para definir la conducción radical
Este viernes a las 14, los 106 delegados nacionales se reunirán en la sede del Comité Nacional de la UCR, ubicado en Alsina 1786, Ciudad de Buenos Aires. Allí se evaluará la propuesta de unidad y se buscará evitar una disputa que podría acentuar aún más la debilidad orgánica del partido.
El entusiasmo por el “tapado” incluso se hizo notar en redes sociales. El diputado bonaerense Pablo Juliano escribió: “Si se confirma lo que anda dando vuelta para la @UCRNacional, mañana puede ser un gran día para todos los valientes que no especulamos y jamás dejamos de creer…”.
El momento más crítico desde la recuperación democrática
La elección del nuevo presidente partidario ocurre mientras la UCR atraviesa un deterioro que sorprendió incluso a sus propios referentes históricos. Tras su floja performance electoral, el bloque radical “puro” en la Cámara de Diputados quedó reducido a apenas seis legisladores, mientras otros cinco se recostaron en el espacio Provincias Unidas y Karina Banfi optó por un monobloque propio.
La atomización interna contrasta con la persistencia territorial del radicalismo: gobierna cinco provincias —Corrientes, Santa Fe, Mendoza, Jujuy y Chaco— y decenas de intendencias. Sin embargo, las perspectivas para sostener ese poder en 2027 están atravesadas por una incertidumbre creciente.
Las tensiones internas y el retiro de Valdés
Las diferencias irreconciliables entre los sectores del radicalismo precipitaron la baja de Valdés. El cornejismo, más alineado con posiciones oficialistas; el espacio Evolución de Lousteau; el pullarismo santafesino y el moralismo jujeño no lograron acordar una conducción de consenso.
Valdés había quedado bien posicionado después de su contundente triunfo electoral bajo el sello de Provincias Unidas. Sin embargo, fuentes del espacio admiten que desistió para evitar quedar atrapado en un entramado de presiones internas que le hubiera significado un desgaste inevitable.
El ascenso de Chiarella y la apuesta por una figura joven
Ante la imposibilidad de alcanzar un acuerdo entre los dirigentes de mayor peso, el nombre de Chiarella comenzó a circular como una opción capaz de sintetizar a los distintos sectores. Su perfil joven y su falta de alineamiento firme con alguna de las tribus internas resultaron claves para impulsarlo.
Chiarella fue reelecto en 2023 como intendente de Venado Tuerto con un abrumador 83% de los votos. Y su gestión es considerada eficaz tanto en lo administrativo como en la construcción política territorial. Dentro del radicalismo lo describen como un dirigente pragmático y con buena llegada a distintos sectores. Además, de la ventaja de no arrastrar conflictos previos en una estructura marcada por años de internas.
Este viernes, los delegados deberán definir si el partido da paso a un liderazgo inesperado que podría reconfigurar la dinámica radical en los próximos años. O si la discusión interna vuelve a bloquear una salida ordenada en el momento más crítico del espacio.
