La provincia de Jujuy padece una situación que hace que ser un comerciante o un productor dentro del circuito formal sea imposible. Es que la provincia se ha vuelto un paraíso para la evasión, el trabajo en negro y la falsificación. Pese a eso el gobernador de la provincia, Gerardo Morales se muestra sonriente en las fotos anunciando incentivos para las Pymes jujeñas que, lentamente, comienzan a desaparecer o a perderse en la ilegalidad.
En la provincia de Jujuy, pululan las ferias de ropa, electrodomésticos y hasta alimentos sin control alguno. Son templos de la ilegalidad, marcas falsificadas, trabajo en negro, evasión de impuestos, incumplimiento de las reglas bromatológicas, son solo algunos de los delitos que podemos encontrar en estos lugares que actúan a la vista de todo el mundo y hoy se volvieron el principal lugar de compra de los jujeños.
Cuando alguien que no es de la provincia lee estas líneas, seguramente pensará que estas ferias son pequeños reductos escondidos de las autoridades. Pero nada más lejos de la realidad. Dos de las ferias más importantes de la provincia están en la vieja terminal de ómnibus a menos de cinco cuadras de la casa de Gobierno. Cientos comerciantes informales han tomado las calles y montado locales comerciales en las veredas.
Cada inmueble de la zona se convirtió en galerías ilegales donde nadie controla qué se vende, ni cómo se opera. En esos lugares, se puede comprar ropa con marcas falsificadas, electrodomésticos ingresados ilegalmente al país, celulares usados de origen dudoso. Todo a empleados que no están registrados y que tienen una orden expresa de no entregar facturas bajo ningún pretexto.
Pero además de esta feria céntrica, hay otras cinco sólo en la ciudad capital, una de ellas de tres hectáreas ubicada en la zona de Alto Comedero donde están los barrios más populosos de la ciudad. En todas ellas podemos encontrar ropa falsificada y diversas infracciones a la ley 23.362 que castiga hasta con dos años de prisión el delito de falsear marcas registradas, no obstante la policía y los controles brillan por su ausencia.
La pobreza tras la ilegalidad
Detrás de todos estos negocios espurios se revela una situación de pobreza y marginalidad que pulula en cada rincón de Jujuy. La informalidad es sólo una forma de ocultar que en la provincia el trabajo formal escasea y que en Jujuy lo que impera es una economía de supervivencia y cuentapropismo.
Ese es el motivo por el que la provincia decidió ceder ante el comercio ilegal y dejó a su suerte a quienes tienen empleados en blanco y venden mercaderías compradas dentro del circuito formal. Como es obvio los negocios legales son cada vez menos y el trabajo en blanco, al menos en el comercio, es la excepción y no la regla.