El presidente de Rusia, Vladimir Putin, aprobó el lunes una nueva doctrina de política exterior basada en el concepto de «Mundo Ruso», una noción que los ideólogos conservadores han utilizado para justificar la intervención en el extranjero en apoyo de los rusos. La «política humanitaria» dice que Moscú debe «proteger, salvaguardar y promover las tradiciones e ideales del Mundo Ruso».
Aunque se presenta como una especie de estrategia de poder blando, esta doctrina consagra ideas en torno a la política y la religión rusas que algunos partidarios de línea dura han utilizado para justificar la ocupación por parte de Moscú de partes de Ucrania y el apoyo a entidades separatistas prorrusas en el este de ese país.
«La Federación Rusa apoya a sus compatriotas que viven en el extranjero en el cumplimiento de sus derechos, para garantizar la protección de sus intereses y la preservación de su identidad cultural rusa», dice la nueva ideología. Esta nueva doctrina se publica después de más de seis meses de guerra en Ucrania.
Además, la nueva teoría agrega que los lazos de Rusia con sus compatriotas en el extranjero le permitían «reforzar en la escena internacional su imagen de país democrático que lucha por la creación de un mundo multipolar». Putin lleva años destacando lo que considera el trágico destino de unos 25 millones de rusos étnicos que se encontraron viviendo fuera de Rusia en nuevos estados independientes cuando la Unión Soviética se derrumbó en 1991, informó Reuters.
Cooperación
Rusia ha seguido considerando el antiguo espacio soviético, desde el Báltico hasta Asia Central, como su legítima esfera de influencia. Una noción ferozmente resistida por muchos de esos países, así como por Occidente. La nueva política dice que Rusia debe aumentar la cooperación con las naciones eslavas, China e India, y seguir reforzando sus vínculos con Oriente Medio, América Latina y África.
El documento dice que Moscú debe profundizar en sus vínculos con Abjasia y Osetia, dos regiones georgianas reconocidas como independientes por Moscú tras su guerra contra Georgia en 2008. Así como con las dos entidades secesionistas del este de Ucrania, la autodenominada República Popular de Donetsk y la República Popular de Luhansk.