Tras despedir a su amigo y ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, este viernes la primera ministra de Reino Unido, Liz Truss, dio marcha atrás y cambio su plan de crecimiento económico que presentó hace dos semanas. Durante una conferencia, insistió en que su gobierno no podía renunciar al crecimiento económico, pero reduciría el ritmo y atraería a más legisladores centristas para sofocar una rebelión en su partido.
También abandonó otra de sus promesas: desechar un aumento planificado en el impuesto de sociedades para tratar de calmar los mercados, que se habían resistido al tamaño de sus planes de gastos combinados con la falta de detalles sobre cómo se pagarían. Con su credibilidad hecha pedazos, ahora lucha por su supervivencia política.
«Quiero ofrecer una economía de alto crecimiento, salarios altos y impuestos bajos. Es para lo que mi partido me eligió. Esa misión permanece», expresó en voz baja, ausente de la bravuconería que caracterizó sus apariciones. «Pero está claro que partes de nuestro mini presupuesto llegaron más lejos y más rápido de lo que esperaban los mercados», agregó.
«Por lo tanto, la forma en que estamos cumpliendo nuestra misión en este momento tiene que cambiar. Necesitamos actuar ahora para tranquilizar a los mercados sobre nuestra disciplina fiscal», enfatizó. La premier decidió dar marcha atrás con los impuestos y junto a su nuevo ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, anunciarán un plan fiscal a mediano plazo el 31 de octubre, informó Reuters.
Cuando Truss dio a conocer su programa económico el 23 de septiembre y los mercados se desplomaron, las críticas crecieron, e incluso aquellos que la habían apoyado se preguntaron en voz alta por qué no había preparado no solo a los mercados sino al país para la escala de su reducción de impuestos.
