La euforia es total. Una multitud de fanáticos de la Selección Argentina de todas las edades y vestidos con los colores del país irrumpió en el Obelisco y en las calles porteñas tras la coronación de la ‘Scaloneta’ en el mundial de fútbol Qatar 2022. Todo se definió por penales, que algunos se negaron a mirar, mientras otros se encomendaron a “San Maradona” para que “ilumine” a los futbolistas.
“Ahora podemos respirar tranquilos, fue mucha adrenalina junta; no caigo que somos campeones del mundo”, dijo un joven de 20 años en declaraciones a Télam, apenas terminó la final, en la Plaza Seeber, en Palermo, y cuando ya se preparaban para sumarse a la celebración en el Obelisco. Antes de que arrancaran los penales, un hombre desplegó una bandera de Diego Maradona en el suelo de la plaza, le puso encima un rosario y se encomendó al astro y campeón de México 1986.
“Los penales fueron horribles”, una adolescente. En tanto, su hermano, más pequeño, agregó: “Yo no los miré por cábala”. Ambos llegaron con su madre desde el partido bonaerense de Berazategui, y como muchos allí se disponían a llegar al Obelisco, epicentro de los festejos. “Una emoción increíble, muchas lágrimas, pero sufrimos hasta último momento”, remarcó otro joven que vio el encuentro desde un bar.
Con una réplica de la “Copa del Mundo” en su mano, un vecino de la Ciudad que también llegó temprano al Obelisco confió: “Ahora es realidad, es para los 50 millones de argentinos”. En el barrio de San Telmo, apenas terminó el partido, decenas de hinchas salieron a las calles y se fundieron en abrazos, mientras desde los balcones llegaban los gritos de “Somos campeones”.
Un grupo de amigos, embanderados y con cornetas, festejaba detrás de una puerta de vidrio de un edificio de la calle Balcarce, a la espera de que el portero les abriera la puerta, mientras en la calle esperaban para el abrazo. Poco a poco, las calles comenzaban a llenarse con fanáticos embanderados y que con cánticos salían de sus casas, bares, restaurantes y de las plazas con pantallas con destino al Obelisco.
De fondo bocinazos y “Olé, olé, olé, olé, olé, olá, soy argentino, es un sentimiento, no puedo parar”, que se escuchaba por la Ciudad, al igual que el “himno” de este Mundial: “Muchachos, ahora nos volvimos a entusiasmar”. Incluso dos venezolanos que llegaron hace poco más de dos años al país, se sumaron a los festejos. “Se me contagió toda esta energía, es una cosa impresionante”, aseguró uno, mientras que su acompañante subrayó: “Es por Argentina, pero es por Latinoamérica”.