Adrián Martínez es una de las figuras del fútbol argentino. El delantero de Racing marcó el fin de semana el único gol del triunfo de la Academia ante Independiente en el clásico de Avellaneda y se ubica como uno de los goleadores de la Copa de la Liga 2024. Pero si ahora la vida le sonríe a «Maravilla» es después de haberla pasado mal. Antes de dedicarse al fútbol profesional, tuvo un accidente, estuvo preso por error y pudo salvarse.
“No me doy cuenta de lo que sucede en mi carrera y el avance que estoy teniendo; hoy en día tengo más llegada”, le dijo Martínez a La Red tras su gol en el clásico. El delantero venía de brillar en Instituto tras una larga carrera en el fútbol del ascenso, donde su curtió. “En el ascenso tenés que comprarte todo, en primera te las dan. Es un poco de suerte, porque hay jugadores buenos que no pueden jugar acá”, apuntó.
Martínez trabajaba como barrendero hasta que un accidente en una mano le impidió seguir. Y para peor, fue acusado falsamente del incendio de una casa; «Maravilla» cuidaba de su hermano, que había sido baleado, cuando vecinos robaron y quemaron la casa del culpable. Pero el acusado fue Martínez, que terminó siete meses preso. “El primer día que conocí a Dios en la cárcel sentí que tuve el golpe de suerte”, recordó el delantero.
«Llegamos con mi viejo y un pibe en un camioncito de traslado. Y apenas llegué al pibe lo apuñalaron. Hay que saber hablar porque cada uno tiene sus problemas. Ni bien llegué me dieron la bienvenida. Te dejan la puerta abierta, vienen 20 y te roban todo», recordó «Maravilla» sobre su paso por la cárcel. “Cada semana esperaba que caiga la causa y seguía ahí adentro siendo inocente. Uno no pierde la esperanza, pero se hacía complicado”, agregó Martínez, que pudo salir. Y perdonó a los que lo acusaron.
«Es la promesa que le hice a Dios en la cárcel. Le dije a Dios que si me dejaba jugar al fútbol, porque no podía trabajar más por un accidente en la mano que no la podía mover, no iba a hacer juicio», explicó Martínez, que encontró en la fe una guía para su vida. «Perdí la casa. Yo quería vivir tranquilo. Ellos terminaron presos y les dije que traten de buscar a Dios. Yo estoy tranquilo porque pedí perdón. La biblia dice que el que no perdona, Dios no perdona. No podés ser creyente al 50%. Yo trato de creer en la manera que dice Dios».