Según el Censo 2022, los embarazos de adolescentes y jóvenes de entre 14 y 19 años se redujo en un 50% en relación a 2001. Distintos factores influyeron a lograr estas cifras.
Las políticas más importantes fueron el Plan ENIA, una campaña nacional lanzada en 2017 por el Ministerio de Salud. El Plan ENIA, acrónimo del Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia, tiene por objetivo garantizar el acceso libre y gratuito a material informativo y métodos anticonceptivos para adolescentes, así como un fortalecimiento en las políticas de prevención de abuso y violencia sexual.
También jugó un papel importante el programa de Educación Sexual Integral del año 2006, un programa que ayudó a incorporar y extender la formación y el conocimiento de los distintos cuidados y actitudes referidos a la sexualidad.
Por último, el acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo marcó otro hito importante en esta área.
Los riesgos del embarazo adolescente
La Organización Mundial de la Salud advierte que en adolescentes, los embarazos tienen mayor riesgo, tanto para la madre como para el bebé. La madre puede sufrir de eclampsia, convulsiones ocasionadas por la alta presión arterial, y distintas infecciones; mientras que los bebés tienen mayor riesgo de padecer bajo peso al nacer, nacimientos prematuros y afecciones neonatales graves.
El organismo internacional recalca que los embarazos en la adolescencia suelen darse en contextos donde la educación fue ineficiente y/o las madres se encontraban en un bajo nivel económico. Otros factores a considerar son los casos de abuso que terminan en embarazos no deseados y el matrimonio infantil.