Patricia Bullrich atacó al sindicalismo argentino luego del paro general motivado por la Confederación General del Trabajo (CGT). La ministra de Seguridad apuntó contra los principales miembros del gremialismo nacional por complejizar el transporte de los trabajadores. Además, la funcionaria dio a conocer el números de denuncias que recibió el Gobierno por los «aprietes».
El día jueves fue anormal en el país a causa de la retención de tareas que dictó la CGT. En gran parte se respetó la medida propuesta por el principal sindicato que tiene el país. De todos modos hubo algunas empresas de colectivos que decidieron no adherirse y brindar servicio con normalidad. También se abrieron locales, escuelas, entre otros.
La encargada de la Seguridad fue directamente contra los propulsores del paro, los sindicalistas: «Son mafiosos y llenos de plata. Cuando fui ministra de Trabajo, cuando venían a reuniones me daban vergüenza por los autos que tenían. Te juro que me daban vergüenza. Eran unas lanchas impresionantes, eran autos que nadie tenía», verbalizó en LN+.
«La gente se pregunta, ¿a quién representan? Solo tienen un poder de pararte el transporte, nada más. Aparte ese poder lo hacen amedrentando tirando piedras en un colectivo. A los dos minutos estaba la policía. Recibimos 3856 denuncias de aprietes«, agregó la excandidata a presidente de Juntos por el Cambio para dar a conocer los llamados recibidos por amenazas.
Al mismo tiempo, Patricia Bullrich sostuvo que el paro no surtió los efectos esperados por el sindicalismo ya que hubo una importante actividad a pesar de las limitaciones en el transporte: «Un paro demuestra la debilidad total y absoluta del sindicalismo argentino. Sólo paran aquellos que no tiene cómo llegar. En el interior, donde las distancias son más cortas, todo el mundo fue a trabajar. En Córdoba, el 80% de las industrias estuvieron abiertas», subrayó.
Ya como anécdota, Bullrich se refirió al blooper que protagonizó cuando quiso abonar el pasaje en el colectivo y su tarjeta Sube no tenía carga: «Pasó que, para usarla, el colectivero tiene que habilitarla y no la habilitó porque nos quedamos charlando. Vino alguien, me dio la Sube y el colectivero no la habilitó», argumentó.