Flor de la V compartió un relato angustiante en las redes sociales y emocionó a más de uno. Sucede que la conductora de América TV se refirió a los femicidios en otra fecha conmemorativa de la «Ni una menos» y recordó el episodio que desencadenó el comienzo del masivo movimiento de mujeres.
«Pasan los años y con cada aniversario, el 3 de junio se fija como una fecha cada vez más indeleble, como el día en que siempre resonará el eco ensordecedor de la injusticia. Es el punto de partida para una lucha que trascendió lo que imaginábamos y se ancló en nuestra conciencia colectiva», expresó primero.
En ese marco, Flor dio un breve panorama del violento acontecimiento que provocó la marcha: «Aquel primer 3 de junio, el grito unísono de Ni Una Menos se alzó, desafiando a las voces que negaban a la violencia machista y reclamando justicia para todas aquellas cuyas vidas habían sido arrebatadas por la violencia de género. Detrás de este hito, hay miles de historias de valentía y resistencia, así como también nombres y rostros de aquellas que ya no están, pero cuyo legado de lucha debe seguir vibrando en cada paso que damos hacia un futuro más igualitario y seguro».
«Por desalentador que se nos presente el contexto, las cifras en aumento o los intentos de desvalorizar el camino recorrido, es muy importante estar en estado de alerta y no bajar los brazos. No olvidar es una consigna que parece ya vaciada por tanta repetición, ¡pero sigue siendo tan verdadera! Me resulta obligatorio el ejercicio de volver a contar, no borrar nunca de nuestra memoria que ese 3J de 2015 explotó luego del asesinato de Chiara Páez, una adolescente de apenas 14 años, embarazada. Estallamos por Chiara y por todas las anteriores», añadió.
A modo de cierre, Flor de la V planteó: «Dijimos basta y unimos nuestras voces en una marea imparable de indignación. Fue en esa movilización, la primera a la que asistí junto con mi hija Bella, donde la pureza y la autenticidad del dolor se volvieron palpables. Chiara podía ser nuestra hija, nuestra hermana, nuestra amiga. Éramos todas Chiara. Mientras avanzábamos de la mano, rodeadas de expresiones de dolor y lágrimas de angustia, sentí un nudo en la garganta que me impedía contener las lágrimas. Mi hija, con ojos llenos de comprensión, me preguntó: ‘¿Estás bien, mamá?’ Y entre sollozos, le expliqué por qué marchábamos, porque el corazón nos dolía a todas. No me olvido de Chiara ni de tantas otras«.