Una verdadera polémica fue la que se inició en las últimas horas en torno a uno de los invitados que Juana Viale tuvo en su mesa de Almorzando con Juana, el programa que se emite a través de la pantalla de Canal Trece.
Esto tiene que ver con lo que sucedió con Ian Moche, un pequeño que tiene autismo y que se encarga de hablar de la neurodiversidad en cada una de sus apariciones mediáticas. Sin embargo, esta vez la situación no fue la deseada, ya que al nene se lo vio incómodo e incluso se levantó varias veces de la mesa. Por lo que se supo, lloró en medio dela grabación y decidió dejar un descargo en sus redes del escándalo que vivió en el ciclo y de las críticas que recibió.
«Fue mi sueño ir a ese programa como ustedes saben. Mucha gente intercedió y agradezco. Pero quiero hablar por los comentarios… Fue muy difícil para mí estar en ese programa, muchas veces nos cuesta socializar y entender las dinámicas de la conversación», comenzó aseverando.
«Me decían `pero´, me estaban invalidando y no me dejaban terminar la idea. No quiero ser maleducado, no me gusta eso. Me esfuerzo un montón para tratar de ser bueno. Es mi súper interés comunicar. Muchas veces puede hacerse muy largo o muy corto, y que no se entienda. Pero no digan esas cosas porque no quise transmitir eso», manifestó.
Sin tapujos, Ian Moche decidió ir por más explicando lo que vivió en el ciclo de Juana Viale. «Notaba tres cosas, que yo realmente estaba mal, que me estaba equivocando y que me estaban invalidando… Me sentí invalidado y yo no pude hablar. Me hicieron sólo una pregunta, después no me hicieron más preguntas sobre mi vida personal», apuntó.
«Realmente quería informar un montón de cosas, pero no me dejaron terminar lo demás. Hasta me leí un libro para ir informado. Voy a mejorar mis habilidades sociales porque me cuesta muchas veces, voy a tratar de mejorar porque la empatía no sólo tiene que venir desde los neurotípicos, sino de los propios autistas. El mundo ideal no existe, pero sí puede haber una sociedad más amigable, donde no lastimemos al otro, donde escuchemos la experiencia del otro y no descalifiquemos. Una sociedad más amigable y empática… Muchas veces nos dicen rígidos pero el que no se adapta es el ambiente, que no sabe cómo recibir a una persona autista», sentenció.