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VIDA Y ESTILO

Château Coutet: aquel dulzor de Burdeos

Históricamente, la disputa entre ingleses y franceses lleva larga data. Este vino dulce es una demostración de orgullo francés al haber reconquistado lo que supone un tesoro para los amantes del vino.

Vino de Burdeos

Château Coutet es un vino dulce premier cru de denominación Sauternes-Barsac, situada al sur de los viñedos franceses de Burdeos. Así, constituye una de las más antiguas producciones de Sauternes y es, a menudo, descrito como «un gemelo» de otro premier cru de Barsac, el Château Climens.

Originariamente, Château Coutet fue una fortaleza inglesa construida en el siglo XIII. Esta ciudadela plagada de historia y con una famosa torre cilíndrica, típica de las construcciones militares de la época de la ocupación inglesa de Aquitania, devino en viñedo en 1643. El nombre del vino, “Coutet”, deriva de la palabra gascona para «cuchillo», lo cual evoca agudeza y vivacidad, frescura y nerviosismo. En definitiva, un estilo único. En 1788, el presidente del Parlamento de Burdeos, Gabriel-Barthélémy-Romain de Filhot, adquirió la estancia. Para ese momento, Romain de Filhot ya era propietario del Château Filhot en Sauternes. Para 1794, en plena Revolución, Filhot fue pasado por la guillotina y la propiedad fue devuelta a su nieto, el Marqués Romain-Bertrand de Lur Saluces.

Château Coutet está situado en los lindes de los famosos Château d’Yquem, Château Filhot y Château de Malle, dentro de un grupo que hace al Marqués de Sur Saulces el productor más grande de vinos dulces en el mundo. Por otro lado, la calidad de los vinos que se producían en la época le valió el reconocimiento en la clasificación de 1855. En efecto, ello trajo consigo el rango de premier cru classé en Barsac. Para 1922, Louis Guy adquirió Château Coutet. Esta transacción implicó la separación de Château d’Yquem. Marcel Baly y sus dos hijos, Philippe and Dominique, compraron Château Coutet en 1977. Más pronto que tarde, decidieron renovar el viñedo y las edificaciones de la estancia: prensas verticales que databan de la década de los veinte, una capilla del siglo XIV y patios pavimentados.

Producción y Terroir

El viñedo presenta una superficie de 44 hectáreas. El porcentaje de variedades presentes en la estancia son 75% Sémillon, 23% Sauvignon Blanc y 2% Muscadelle. En promedio, los vinos presentan un rango de edad de 38 años. Por otro lado, la cosecha se realiza mediante varias inspecciones manuales (cerca de diez) directamente en los viñedos. Por su parte, la fermentación se realiza en barriles a lo largo de tres o cuatro semanas, y el añejamiento se lleva a cabo por 18 meses en barriles cien por ciento nuevos.

Cada año se producen, en promedio, 4500 cajas de Grand vin Château Coutet. Asimismo, y de manera adicional, se elabora un segundo vino llamado Chartreuse de Coutet a partir de los viñedos más jóvenes de la estancia. En casos poco frecuentes de cosechas de calidad excepcional, se lleva a cabo una precisa selección baya por baya denominada Cuvée Madame. Esta técnica fue desarrollada por Edmond Rolland en honor a su esposa en 1922. Típicamente implica una producción de 700 cajas.

El caso de los vinos dulces

Los vinos dulces son extendidamente poco apreciados si se considera lo difícil que es producir algunos de ellos. A lo largo de diferentes períodos históricos, los vinos dulces han sido muy populares desde la Antigüedad. En efecto, muchos de los más celebrados vinos de la Antigua Roma eran blancos y dulces, muchos de ellos elaborados a partir de uvas pasificadas deliberadamente con el objetivo de concentrar los azúcares. En épocas medievales, las grandes ciudades italianas se beneficiaron de manera sensible de la popularidad de vinos que resultaron más dulces en comparación a aquellos elaborados en la Europa septentrional, gracias a la influencia del clima mediterráneo.

A menudo, los vinos dulces suelen ser una excelente alternativa a la hora de dar un cierre a las comidas. Se puede optar entre servirlo en copas o en pequeños vasos, casi como si de un postre se tratase. No obstante, no es exclusivamente la única manera de consumirlos. Para dar con un equilibrio ideal y poder reconocer lo mejor de cada uno de estos vinos, lo recomendable es acompañarlos con platos o comidas que logren un contraste.

Así, por ejemplo algunos vinos dulces suelen recomendarse con alimentos tales como el chocolate, el café (de allí que se consuman a la manera de digestivos) o el queso azul, porque el dulzor del vino contribuye en suavizar la intensidad intrínseca de aquellos productos. Asimismo, algunos tipos de panificados, principalmente aquellos elaborados con manteca, pueden consumirse con vinos dulces para que contribuyan en aportar aquel punto de dulzor del que carecen. Finalmente, los vinos dulces también acompañan de manera exitosa a alimentos particularmente grasos. En efecto, la grasa de algunos alimentos constituye, al consumirlos, una lámina o película en el paladar. Ello conduce a amortiguar el dulzor de estos vinos, evitando el hartazgo que puede generar el exceso de dulzura. Así, el foie podría maridar muy satisfactoriamente con vinos dulces tales como el Château Coutet.