Château De Beaucastel es un dominio del Ródano digno de revisión. Forma parte de la comuna Châteauneuf du Pape, reconocida por la producción de vinos elaborados de viñedos notablemente antiguos. Tal es así que, durante el siglo XIV, el papa Juan XXII mandó a construir un castillo en esta ciudad y propició el cultivo de la vid.
En contraste con las poblaciones vecinas en el norte del Ródano, Châteauneuf du Pape habilita trece variedades de uva, y los blends están regidos, de manera habitual, por la Grenache (Garnacha). Otras cepas tintas incluyen Cinsault, Counoise, Muscardin, Syrah, Monastrell, Terret Noir y Vaccarèse. Pot otro lado, entre las variedades blancas se cuentan Grenache Blanc, Bourboulenc, Clairette, Ricardin, Roussanne y Picpoul.
Château De Beaucastel emplea el total de las trece variedades tradicionales del blend con una proporción más elevada de lo habitual de la Monastrell. Château de Beaucastel ostenta un total de 130 hectáreas de tierra, de las cuales cien hectáreas están cubiertas por viñedos, tres cuartos de ellos están bajo la denominación de Châteauneuf du Pape.
Su historia
En el año 1321, durante el papado de Juan XXII, cuatro barriles de la bodega papal arribaron a Châteauneuf para llenarlos de vino. Es entonces cuando tuvo su inicio la historia del vino «du Pape«. Por otro lado, la historia del Château de Beaucastel, ubicado en el área más septentrional de lo que hoy es la AOC Châteauneuf du Pape, se remonta a 1549. Por entonces, Pierre de Beaucastel adquirió un granero y algunas tierras en Coudoulet.
Desde comienzos del siglo XX, la bodega está a nombre de la familia Perrin. Hoy en día Jean-Pierre y François, hijos del mítico Jacques Perrin, son quienes lideran el negocio vitivinícola de Château de Beaucastel. De hecho, se trata de la quinta generación de la familia Perrin que mancomuna esfuerzos para contribuir en la constitución de la leyenda de Beaucastel.
Las singularidades intrínsecas de Beaucastel
En Château de Beaucastel, el cuidado y respeto por la naturaleza son verdaderamente esenciales. Hacia 1950, dio inicio un proyecto ecológico que, en 1974, decantó en aquello que se conoce como cultura biodinámica. Los célebres galets, fragmentos de roca que las aguas trajeron desde los Alpes, contribuyen manteniendo la humedad del suelo, al mismo tiempo que retienen el calor acumulado durante el día para liberarlo por las noches.
Como sugerimos antes, en el Château de Beaucastel están plantadas las trece variedades autorizadas por la AOC y todas ellas se procesan por separado. La técnica (algunos incluso la considerarían un arte) del blend, heredado de generación en generación, es la clave que garantiza que el estilo Beaucastel se mantenga vigente en cada nueva cosecha. No obstante ser una de las bodegas más renombradas de la denominación, sus vinos son honestamente portadores de una singularidad única.
En el trabajo en bodega, es política de la empresa que la uva siga teniendo el rol protagonista. Así, por ejemplo, el uso de la madera es siempre prudente. El roble nuevo y las técnicas modernas no tienen cabida en los métodos de producción de Château de Beaucastel. En efecto, aún utilizan la clara de huevo para el clarificado y evitan de manera terminante el filtrado, ya que están convencidos de que tal práctica termina por desvirtuar los vinos.
En lo que respecta al empleo de las uvas, manifiestan una devoción singular por el Monastrell. Esta cepa, cuando madura por completo, ofrece una estructura y una densidad que habilitan al vino a envejecer como muy pocos de los vinos del sur del Ródano pueden. La Grenache también ostenta un rol de importancia en los blends, sin embargo, no se permite que sea la cepa dominante en el vino. Cuando un año es particularmente bueno y la calidad es evidente y excepcional, se procede a la producción de la Cuvée Hommage à Jacques Perrin, un vino que podría calificarse como mítico, por haber sobresalido desde el primer momento en que vio la luz. Su imbatible calidad y restringida producción preceden cualquier reseña que pudiera llevarse a cabo.