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POLÍTICA

“Luche y Vuelve”, ¿con “V” de Victoria Villarruel?

Victoria Villarruel

(Por José De Álzaga).- Amigo Lector: Debo decir, que, vista a la distancia, la realidad política argentina con Victoria Villarruel hace que la Caja de Pandora se parezca a la gastada galera de un mago de feria ambulante. Sí, así os lo digo, porque aquellos saltimbanquis apenas sacaban conejos de su galera, mientras que en la Argentina, estos modernos funambulistas del poder son capaces de hacer aparecer hasta la mujer barbuda del Circo. No existe límite a la imaginación, son en cierta manera, como la máquina del tiempo, vuelven al pasado para traer al presente a los dinosaurios extintos de ser posible.

Así, mientras recorro las calles de Austin en espera de la próxima carrera, que no será la culta y británica Boston, por cierto, pero guarda el encanto de sus bandas tocando cualquier cosa en las calles, espero ver los giros del próximo domingo. Obviamente, que mis preferencias están con Charles Leclerc, de la Escudería del “Cavallino Rampante”. ¡Ah, si don Enzo viera cómo está esto después del retiro de ese caballero británico, Bernie Eclestone! ¡Los argentinos hemos pasado de un Carlos Reutemann a un proyecto de piloto de apellido inmigrante, con olor a bodega de vapor de refugiados de tercera, llamado Colapinto! Colapinto… ¿en serio? Más parece el nombre de una bebida gaseosa de algún país subdesarrollado que el de un competidor de la Fórmula 1. ¡Que alguien le avise que la pista no es un mercado de pulgas!

Y mientras me dispongo a disfrutar del rugir de los motores, digo, antes me ruge el ánima cuando veo la foto de la vicepresidente de Argentina, Victoria Villarruel, apapachando a un ser momificado, pero al fijar bien los ojos, descubro que se trata de la ex presidente, Isabel Martínez de Perón. Pues, diré, no sabía de esta vocación arqueológica de la Villarruel por desenterrar figuras del pasado en lugar de enfrentar los desafíos del presente.

Ya lo dijo el poeta: “Llegarán tiempos tremendos para la humanidad. Tiempos en los que la mujer llegará a pensar… y lo que es peor ¡A hablar! Y pues aquí estamos próximos al fin de los tiempos, cuando la Villarruel sentencia en la dicha fotografía, diciendo “con Isabel, primera presidenta mujer del mundo y de la Argentina constitucionalmente electa, quiero reivindicar su figura”.

Pues, ¡se me saltan las tachuelas de mis botas texanas cuando veo a esta hija de Astiz, reivindicando a la mujer que sus ídolos uniformados destituyeron! ¡Dioses, acudid en mi ayuda para comprender este desatino y contradicción! Reivindicar a una mujer que se encontró atrapada entre la historia y el olvido, sacándola de la helada bóveda del tiempo cuando debiera formar entre las piezas del Museo de Cera de Londres.

¿Quién comprende a esta Villarruel que tranza para liberar genocidas y exalta a la destituida por éstos?

No comprendo tal dislate, una dama, una profesional formada al más alto nivel, que habla hasta chino mandarín; la antípoda de su presidente, un simio limitado que balbucea públicamente “zurdos del orto”; ¡Ella, tan fina dama, poniendo en el altar cívico a una mujer sin abolengo político ni social!

¡Ah, esa pasión del extinto Perón por legarnos para historia bataclanas! ¡El “glamour” de aquellos tiempos! Casarse con mujeres que antes de ser primera dama, pasearon su humanidad por los escenarios del espectáculo de caño, fue tan propio de Perón. Tal vez haya sido que el verdadero sueño del viejo León Herbívoro era tener un club nocturno en lugar de una nación.

Aunque, os digo, este parece ser un mal genético de los políticos argentinos el amancebarse con chisperas. ¡Recordad al “Carlos”, que volteó más muñecas de la farándula que una bola palos en un bowling! Y ahora, este liberal que en pocos meses ya va por la segunda. A este paso, hasta María Eugenia Ritó tiene posibilidades de conduciros.

Por si fuera poco, la Villarruel, no tuvo más tino que elegir el sacrosanto “Día de la Lealtad”, donde en realidad debieran conmemorarse la ristra de traiciones entre estos peronchos, para convertirse en la abanderada de una causa que ni siquiera es suya. “No vengo a ensalzar su gestión ni su gobierno”, dice, como si esas palabras pudieran borrar la historia de una mujer que, viuda y en soledad, pudo poner al país al filo del caos. Claro, porque no hay nada más valiente que reivindicar a alguien que ya ni puede recordar que hizo, ¿verdad?

Lo que hay que hacer, Villarruel, es dejar de exhumar fantasmas y dar un paso hacia el futuro. Insisto, ¿acaso no tenemos problemas más apremiantes que revivir las glorias de un gobierno cuyo mayor logro fue incluir a la viuda de un dictador en la historia oficial? Los peronistas nostálgicos son expertos en recordarnos que el pasado es mejor que el presente, sólo que ellos mantienen al populacho en el pasado mientras ellos viven ya en el metaverso… me corrijo: “Meta Verso”. ¿Se entiende, o debo explicarlo con pan dulce?

O tal vez, padezca Villarruel algún problema energético que podría supervisar -así me dicen que sería- su novio Sebastián Bajcetic, hasta ahora sólo conocido por supervisar bacheos en San Lorenzo que por levantar suspiros. Haciendo honor a su apodo de “El Pulpo”, quizás podría abrazarla onda octópodo y aligerar sus desbordes hormonales en medio del encanto sereno de los cerros sanlorenceños. Tipo áspero el Bajcetic este, podrían juntar sus aspiraciones; él de militar frustrado, con apenas grado de subteniente de Reserva y ella sus pretensiones de Jefe de las Fuerzas Armadas. Tal vez, Lo que ni “El Jefe”, ni el gobierno en pleno han podido resolver, tal vez se resuelva con una buena dosis de pasión norteña.

Pero aquí estoy, a mil kilómetros de distancia, disfrutando de la carrera mientras ustedes se enredan en un juego de sombras y recuerdos. Villarruel, con su aire de gran reparadora histórica, parece más un personaje de opereta que una política seria. Quizás debería dejar las reivindicaciones para quienes realmente merecen un homenaje y ocuparse de las cuestiones que afectan a los argentinos en el presente. Pero claro, eso no da tanto rating como salir en la foto con Isabel…, evocando ecos de una época que parece más un mal sueño que una gloria.

Hasta la próxima.-