Domaine Hudelot-Noëllat es uno de los más importantes productores de vino en Borgoña, cuyos orígenes datan desde 1962. Por entonces, la empresa se fundó por Alain Hudelot, y fue él quien dirigió la estancia a lo largo de 45 años. En 1978, Alain se casó con Odile Noëllat (la nieta de Charles Noëllat).
Esta unión trajo consigo un nuevo viñedo para el Domaine. Diez años después, en 1988, lograron añadir otro viñedo a sus dominios: Domaine Hudelot se dividió y la mitad pasó a manos del Domaine Leroy. Alain y Odile dividieron la mitad restante a Domaine Jean-Jacques Confuron. La del 2007 fue la última añada Alain Hudelot. Efectivamente, en 2008 optó por retirarse para conceder que su nieto, Charles Van Canneyt asumiera el rol, justo después de terminar su curso vitivinícola en la Universidad de Dijon.
Aquella concesión implicó más evolución que revolución. El programa que se implementó consistió en una serie de alternativas. Entre ellas se cuentan el arado de los suelos y la producción en menores cantidades. Asimismo, sucedieron las mejoras durante la cosecha y la inclusión de menor porcentaje de racimos completos en la maceración. Charles Van Canneyt deseaba respetar la visión de su abuelo: permitir que el terroir expresase sus emociones. Es por eso que escogió no asumir el papel de un intervencionista y escuchar de manera atenta lo que la naturaleza tuviera para decir antes de asumir una decisión.
Características
Domaine Hudelot-Noëllat es uno de los tres afortunados productores en poseer viñedos en Romanée-Saint-Vivant (media hectárea) y Richebourg (0, 33 hectáreas). Los otros son Domaine de la Romanée-Conti y Domaine Leroy. Alrededor del mundo, cada coleccionista serio anhela estos dos vinos, así como al Vosne-Romanée Premier Cru «Les Malconsorts» y el Vosne-Romanée Premier Cru «Les Suchots».
No obstante, Charles Van Canneyt ofrece excelentes vinos de la aldea de excelente relación precio-calidad. El Domaine abarca diez hectáreas distribuidas a lo largo de cuatro aldeas y quince apelaciones. Ello resulta en una selección amplia y por cierto interesante. Muchos de sus lotes ostentan viñas de edad considerable, plantadas en las décadas de los treinta y los cincuenta.
En lo que respecta a la elaboración de los vinos, Charles Van Canneyt es sensiblemente meticuloso. En efecto, dedica el máximo de atención a cada detalle. Efectivamente, mediante una selección drástica, la mayoría de los racimos serán despalillados e irán directamente a tanques de hormigón. Entonces, se llevará a cabo una maceración en frío a lo largo de diez días, seguidos por una fermentación con levaduras naturales, siguiendo un prensado lento y una extracción muy limitada.
Para los Romanée-Saint-Vivant y Richebourg, desde la selección de uvas en el viñedo hasta el embarrilado todos esos pasos serán llevados a cabo de la misma manera al mismo tiempo. Una vez que se cata el vino, es posible detectar la diferencia de terroir como el día y la noche. El uso de roble favorece de manera notable a los vinos. La regla es 20% de roble nuevo para vinos regionales, 30 a 50% para Premier Crus y Grand Crus. Sea como fuere, el roble escogido procede de bosques franceses: Allier, Vosges y Citeaux.
La estrella del Domaine
El Richebourg Grand cru es un vino de 70 años. Estos Grands Crus tintos suelen ser longevos y relativamente fáciles de conservar. Por norma general, no serán catados hasta dentro de unos diez años. En algunos casos, incluso pueden llegar a ser 20 a 30 años. Estos tintos excéntricos dan cuenta de toda la sutileza y complejidad del Pinot Noir de Borgoña. Se caracterizan por un brillo de color rubí oscuro, que torna en carmín con la edad. La magnitud del bouquet se reparte entre pequeños frutos rojos y negros, violeta, especias y sotobosque, una vez que pasan los años. En boca presenta un cuerpo ligero y potente, a la vez que delicado y sensual.