Rodrigo de Loredo, diputado radical y jefe del bloque de la UCR, se pronunció en duros términos contra el intento fallido de sesión especial que impulsó el kirchnerismo junto a bloques opositores al Gobierno de Javier Milei. La sesión buscaba debatir una reforma de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) para limitar el uso de esta herramienta por parte del Ejecutivo. Sin embargo, la propuesta no obtuvo el quórum necesario y la sesión quedó trunca.
El diputado cordobés advirtió sobre las «consecuencias impredecibles» que hubiera tenido la aprobación de la reforma. Según explicó, esta limitación «maniataría» al Ejecutivo, restringiendo su capacidad de respuesta. “Cada vez que el Gobierno quiera hacer un DNU, tendría que esperar 90 días”, indicó en TN, sugiriendo que esto afectaría tanto las herramientas del Gobierno actual como la revisión de los decretos emitidos en el pasado.
«Veo la inflación y está bajando. ¿Qué iba a pasar con los mercados si la señal era que, de ahora en adelante, se te iban a caer los DNU? ¿Y para sacar uno en el futuro tendrías que ir a hablarlo al Congreso?», reflexionó de Loredo, cuestionando la oportunidad de la medida en un contexto de estabilización económica. A su juicio, esta reforma podría «generar un antes y un después» en la dinámica de gobernabilidad.
De Loredo apuntó directamente contra Cristina Fernández de Kirchner, a quien responsabilizó por impulsar el proyecto. “Es descabellado que Cristina traiga este proyecto. Si vale todo y tienen doble vara, vámonos todos que es una joda”, expresó en un tono contundente.
Para el diputado radical, la iniciativa opositora tiene un trasfondo de transacción política que considera ajeno a la tradición de su partido. «El peronismo es siempre transaccional. El radicalismo no es transaccional, nunca lo fue ni lo será, por eso todos los quilombos que tenemos«, declaró, marcando una diferencia ideológica y estratégica respecto a otras fuerzas políticas.
La sesión especial para tratar la reforma de los DNU fue promovida por el kirchnerismo en un contexto de tensiones políticas y, aunque finalmente no prosperó, su debate ha dejado en evidencia las profundas divisiones en el Congreso sobre el papel y los límites del Poder Ejecutivo.