El equipo económico liderado por Luis Caputo, junto a figuras como Santiago Bausili, Pablo Quirno y José Luis Daza, diseña un plan detallado para manejar el dólar en el año electoral. Con un enfoque centrado en el equilibrio entre las restricciones actuales y las reformas estructurales, el Gobierno busca sentar las bases para una economía más abierta y competitiva. Además, de los planes de Federico Sturzenegger de no descuidar la estabilidad cambiaria que marcó la gestión en 2024.
El control cambiario sigue vigente, pero con matices. Aunque las grandes empresas enfrentan dificultades para girar utilidades al exterior, las restricciones son más flexibles para pequeños inversores y ciudadanos comunes, quienes acceden fácilmente al dólar blue o al MEP. Estas operaciones, aunque no afectan directamente las reservas del Banco Central (BCRA), reflejan una economía que se adapta a las limitaciones.
La brecha entre el dólar oficial y el contado con liquidación (CCL) ha disminuido significativamente, reduciendo el impacto del cepo en la práctica. Sin embargo, las empresas medianas que desean invertir en el país enfrentan desafíos para acceder a beneficios que faciliten su financiamiento.
El consumo en dólares y las importaciones
La estrategia también incluye un enfoque en los turistas argentinos, quienes suelen utilizar dólares adquiridos fuera del sistema oficial para gastos en el exterior. Este comportamiento, que se traduce en una suerte de importación personal a pequeña escala, es tolerado por el Gobierno mientras trabaja en la apertura del comercio electrónico internacional, con ejemplos como Amazon.
Sin embargo, algunos sectores del equipo económico consideran que los recargos sobre el dólar tarjeta deberían mantenerse, incluso tras levantar el cepo, para evitar privilegios innecesarios y proteger la producción local. Esta medida podría inspirarse en el modelo brasileño, donde los consumos en dólares enfrentan un recargo del 8%.
Reservas en rojo y medidas de financiamiento
El Banco Central sigue operando con reservas negativas, estimadas en más de 5.000 millones de dólares, lo que representa un desafío significativo para la normalización económica. Según Caputo, esta situación se debe a que el Tesoro priorizó el financiamiento local en lugar de acudir al mercado internacional, pagando compromisos por unos 8.000 millones de dólares este año.
El Gobierno espera revertir esta tendencia en 2025, cuando planea regresar a los mercados internacionales. Mientras tanto, se enfoca en medidas como el blanqueo de capitales, que ya ha incrementado los depósitos en dólares en el sistema bancario. Sin embargo, este dinero aún no se traduce en un aumento significativo de las reservas netas, ya que no se ha activado para préstamos ni inversiones productivas.
Presiones del sector privado
El superávit del peso argentino genera inquietud en el sector privado, especialmente entre industriales que temen una avalancha de importaciones. Caputo y su equipo creen que, aunque las importaciones aumentarán en 2025, el crecimiento de las exportaciones, impulsado por sectores como el petróleo y el gas, equilibrará la balanza comercial. Además, esperan que el régimen de promoción de inversiones (RIGI) y nuevos acuerdos con el FMI fortalezcan la entrada de divisas.
La estrategia del equipo económico también considera las implicancias de la devaluación de monedas como el real brasileño, que afecta la competitividad comercial de Argentina.
Reformas estructurales y desregulación
En 2025, el Gobierno planea avanzar en reformas clave para mejorar la productividad y mantener el equilibrio macroeconómico. Estas incluyen cambios en los sistemas impositivo, laboral y jubilatorio, diseñados para preparar al país ante una apertura económica más amplia.
Sturzenegger desempeñará un papel crucial en esta etapa, liderando la desregulación administrativa. Con medidas como la centralización de compras públicas en la plataforma COMPRAR, busca modernizar la gestión estatal y reducir costos.