La historia de Berry Bros. & Rudd en Inglaterra supone un claro ejemplo de osadía empresarial y ambición bien dirigida. Desde mediados del siglo XVII, Inglaterra transitaba tiempos absolutamente convulsos. El rey Carlos I intentó regir bajo los parámetros de su padre, Jacobo I, pero carecía de la fortaleza y entereza de su progenitor. Ello decantó en un período de alzamientos, principalmente por parte de sectores puritanos encabezados por la figura de Oliver Cromwell, y que decantó con la ejecución de Carlos I en 1649 y la disolución temporal de la monarquía.
En efecto, tras la ejecución del rey se instauró, por única vez en la historia inglesa, un régimen republicano o Commonwealth. El Parlamento, dominado por los puritanos, ejerció el poder hasta que Cromwell lo disolvió y, con el título de Lord Protector, instauró una dictadura personal con el apoyo del ejército.
Sin embargo, en 1658, dos años después de la muerte de Cromwell la monarquía se restauró en la persona de Carlos II, heredero del rey decapitado. Carlos II, educado en la Corte de Luis XIV, quiso implantar en Inglaterra un reinado absolutista como el de Francia. Por supuesto, ello provocó una nueva división en el Parlamento, esta vez entre los tories (nobles anglicanos defensores del rey) y los whigs (burgueses puritanos partidarios del poder parlamentario). Cabe destacar, sin embargo, que durante el siglo XVII, el puerto de Londres se convirtió en el más activo del mundo. De sus muelles salían barcos con destino a los cinco continentes.
Los orígenes de Berry Bros. & Rudd
Poco después, en 1698, la compañía ahora conocida como Berry Bros. & Rudd se fundó de la mano de una mujer. Una viuda y madre de, al menos, dos hijas, solo referida por su apellido: Bourne. La viuda Bourne estableció una tienda de comestibles en un barrio prestigio situado frente al Palacio St. James, que por entonces era la residencia principal del monarca Guillermo III.
Elizabeth, la hija de la viuda Bourne se casó con William Pickering, y su famiila continuó dirigiendo el negocio. La compañía comenzó vendiendo café y, posteriormente, diversificaron la mercancía agregando cacao, té, tabaco, rapé y otros bienes exóticos, convirtiéndose de ese modo en una de las tiendas más lujosas de Londres.
Con el paso de los años y las generaciones, el negocio pasó a manos de George Berry, de apenas 16 años. En el siglo XIX, Berry tomó la decisión de especializarse en el comercio de vinos, principalmente de los más importantes ejemplares franceses.
El esplendor de los vinos
Desde la segunda mitad del siglo XX, se designó a Anthony Berry como presidente ejecutivo de la compañía. Durante los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, la familia Berry se distinguieron de sus contemporáneos al ser de los pocos en no haber tenido que vender su negocio. Esta fue la época también cuando se comenzó a designar a directores que no estuvieran emparentados con la familia. Sin dudas, este precedente supuso una profesionalización y expertise valiosas para el negocio.
En efecto, desde entonces, Berry Bros. & Rudd consolidó su posición como comerciantes reconocidos a nivel mundial de vinos y bebidas espirituosas. Berry Bros. & Rudd continuó con su reputación en ofertas de vinos adquiridos en primeur. Es decir, comprados por adelantado a las bodegas, mientras los vinos todavía se encuentran en barril. Estos vinos provienen principalmente de sitios tales como Burdeos, Borgoña, el Ródano e Italia. Asimismo, la empresa también comercializa vinos y licores bajo su propia firma, Berry Bros. & Rudd’s Own Selection. En muchos casos, entre sus clientes se cuentan las mismas familias que visitaron la tienda por generaciones.
No obstante aquella constancia, también fueron tiempos de cambios sensibles. En 1967, Berry Bros. & Rudd rompió con la tradición y se convirtió en el primer mercader independiente de vinos en construir bodegas con temperatura controlada situadas en Basingstoke, Hampshire. Hoy en días, estas bodegas almacenan ocho millones y medio de botellas de vino valuadas en millones de libras esterlinas. Sin embargo, algunas tradiciones se mantienen, Berry Bros. & Rudd continuó embotellando sus vinos hasta la década de los sesenta. De hecho, él último ejemplar de Jerez embotellado en Basingstoke salió en la década de los noventa.