Se aproxima un nuevo fin de ciclo lectivo en el país y una problemática que debió tratarse en la mayoría de las instituciones fue la del desarrollo de estrategias contra las apuestas en los jóvenes estudiantes. En efecto, un sondeo rápido arroja resultados alarmantes: sin importar si se trata de una institución pública o privada, los jóvenes apuestan.
En ese sentido, a lo largo del año se llevaron a cabo numerosas reuniones y talleres dentro las respectivas comunidades educativas con el objetivo de diseñar estrategias que vayan en detrimento de la práctica de apuestas en los jóvenes. Así, dentro de las especificidades de cada profesional, se pusieron en común opiniones, experiencias y puntos de vista con el objetivo de aportar al debate y, especialmente, a la solución.
De ese modo, por ejemplo, un estudio llevado a cabo en la provincia de Córdoba, en Argentina, arrojó que el 18% de los estudiantes en edad adolescente de la provincia apostó al menos una vez en sitios y plataformas online, lo cual, huelga decir, es una cifra alarmante.
Dos estrategias a considerar para el año 2025
Generar una comunicación abierta con los jóvenes: en muchos casos, los jóvenes pueden no ser conscientes de los riesgos asociados con las apuestas online. Asimismo, la comunicación abierta contribuye en la prevención de consecuencias tales como la adicción, las pérdidas monetarias, los daños emocionales e incluso problemas legales.
Así también, la comunicación puede abordarse desde una perspectiva de control de daños más que de censura. De ese modo, es posible informar a los jóvenes respecto de daños colaterales, tales como podrían serlo las estafas y los sitios fraudulentos que pueden afectar sectores incluso más sensibles que lo meramente económico. En ese sentido también, puede llevarse a cabo un fortalecimiento de las habilidades en lo que respecta a la toma de decisiones, como así también la creación de un lazo de confianza y apoyo emocional.
Promover actividades alternativas, como deportivas, recreativas o artísticas: de este modo, puede contribuirse a reducir el riesgo de adicción mediante la distracción y los estímulos positivos que suponen estas prácticas en detrimento los negativos propios del juego en línea.
Por otro lado, el arte, el deporte y el tiempo en comunidad fomentan de manera positiva las habilidades sociales, lo cual supone un severo problema en jóvenes desde la pospandemia de Coronavirus. Asimismo, está comprobado que tales prácticas reducen el estrés, la ansiedad y la depresión, al mismo tiempo que enseñan disciplina, perseverancia y responsabilidad, todo lo cual se ve afectado enormemente cuando se cae en situación de adicción. Finalmente, los logros en estas disciplinas contribuyen en la estructuración de una autoestima y confianza saludables.