Así sea con jugadores, aficionados a los vinos u otras actividades similares, siempre es fundamental saber reconocer los límites entre consumo ocasional, recreativo, problemático e, incluso, patológico. Tener en claro estas distinciones puede contribuir no solo a reconocer potenciales riesgos en otras personas, sino también en uno mismo.
En efecto, es crucial saber reconocer los distintos tipos de jugadores para así tender lazos que puedan conducir hacia una sociedad más responsable y saludable en lo que respecta al juego. De ese modo, estar atentos a los hábitos de juego incide en la prevención, en tanto que puede ayudar a detectar tendencias que de otro modo podrían decantar en un problema con el juego.
Por otro lado, habilita también la intervención temprana, es decir, antes de que el problema se agrave; el tratamiento efectivo mediante estrategias que puedan intervenir positivamente en el afectado. Del mismo modo, reconocer que el juego problemático es una condición de salud mental puede contribuir a reducir el estigma asociado a él.
Los distintos tipos de jugadores
Jugadores recreativos
La persona que juega lo considera como otra forma más del entretenimiento y de la diversión. Es consciente de que puede tener suerte y ganar, pero también de que bien podría perder. Las decisiones que emprende se basan en hechos, manteniendo el control sobre el tiempo y el dinero que planea gastar. Por otro lado, su experiencia de juego es agradable, divertida, sin riesgo de daño a sí mismo, a su familia o sus amigos. La apuesta, por su parte, es controlada, segura, protegida y divertida, con fines recreativos y de integración social.
Jugadores responsables
Los jugadores responsables juegan para divertirse y entretenerse, no para ganar dinero. Se dan perfecta cuenta de que puede tener suerte y ganar, como así también que puede perder. Por otro lado, tanto la experiencia, el tiempo invertido y la apuesta depositada están controlados del mismo modo que sucede con los jugadores recreativos.
Jugadores problemáticos
En este caso, la conducta de juego empieza a tener consecuencias negativas para quien apuesta. Las consecuencias pueden afectar los planos financieros, familiares, laborales, sociales y/o psicológicos. Es preciso atender a la cantidad de dinero que se destina al juego, pues uno de sus indicios es el aumento en este factor. Así pues, la persona tiende a apostar mayores cantidades de dinero de forma más regular.
Jugadores patológicos
El juego patológico se considera una adicción sin sustancia. En tal sentido, presenta dificultades más severas que el juego problemático. En esta fase, el juego se convierte en una preocupación omnipresente para la persona que apuesta, afectando de manera sensible las relaciones familiares, laborales y sociales. Por lo general, esta etapa viene acompañada de otros trastornos emocionales