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SOCIEDAD

La práctica funeraria que incluía al vino romano

Una serie de fortuitos hallazgos arqueológicos y sus consecuentes estudios develaron información invaluable respecto a las prácticas culturales y sagradas de la Antigua Roma.

Vino romano

Es de público conocimiento el impacto significativo que tuvo el vino en la Antigua Roma, tanto en lo que atañe a la vida cotidiana, como así también en la cultura y en la sociedad. En efecto, el vino era una bebida extendida y habitual entre personas de todas las clases.

Por otro lado, el vino romano se empleaba también con asiduidad con fines medicinales, a la manera de tratamiento de dolencias y patologías diversas. Se sabe también, por diversos registros escritos, que el vino desempeñaba un rol central en ceremonias de índole religiosa y rituales, normalmente en la forma de ofrendas a los dioses y libaciones.

Sin embargo, un reciente hallazgo arqueológico en la actual ciudad española de Carmona arrojó nueva luz sobre el rol del vino romano en este último tipo de circunstancias. Situada a 30 kilómetros al oeste de Sevilla, Carmona fue una importante municipalidad durante el domino romano de los siglos I y II d. C., con abundantes cantidades de trigo y aceite de oliva. En la actualidad, en Carmona todavía persisten algunas edificaciones de aquel período, incluyendo las puertas de Córdoba y Sevilla, un anfiteatro y una necrópolis, que es la más grande y mejor conservada de toda la península ibérica.

Aunque una gran parte de la necrópolis se encuentra dentro del ensamble arqueológico de Carmona, el cementerio romano se extendía mucho más allá. De modo que no es extraño que se produzcan hallazgos valiosos mientras se trabaja en terrenos para la construcción de edificaciones.

El hallazgo romano

Así, por ejemplo, en el 2019 durante unas remodelaciones en el número 53 de la calle Sevilla dieron con una puerta de acceso a una cámara subterránea. Pronto descubrieron que se trataba de la cámara de un mausoleo romano que no había sido saqueado y que, además, había atravesado pocos cambios desde su construcción.

En su interior se encontraron ocho nichos cavados en la roca, algunos de los cuales estaban vacíos, pero la mayoría conteniendo diversos objetos. Principalmente, dieron con urnas y objetos funerarios como, por ejemplo, un recipiente con mosaicos de vidrio que se encontraba intacto. Las urnas estaban hechas a partir de diferentes materiales, tales como caliza, vidrio, y su contenido eran los huesos incinerados de los fallecidos, cuyos nombres también constaban en el sitio: Senicio e Hispanae.

Pero quizás el hallazgo más relevante resultó a partir del análisis de una de las urnas de vidrio. El sellado estaba tan bien preservado que, en su interior, pudieron identificar la presencia de un líquido. Se trataba de un tipo de vino blanco que estaba mezclado con los restos incinerados de uno de los individuos.

De acuerdo con el estudio oportunamente llevado a cabo, los restos humanos presentes junto al vino habrían formado parte de una práctica funeraria poco documentada en el período del Imperio Romano, aunque se trataría de una práctica habitual en la región durante aquellos tiempos.

Aparentemente, los huesos incinerados, junto a un anillo de oro, habrían sido sumergidos en el vino en un acto ritualístico y performático que los arqueólogos vincularon a prácticas y creencias asociadas de manera estrecha con la trascendencia del alma. Asimismo, se cree que este hallazgo supone que el presente en la urna resultaría en el ejemplar más antiguo de un vino hasta el momento.

Las principales hipótesis

De acuerdo con algunas fuentes, el vino se consideraba una bebida principalmente masculina en la cultura y el período romanos. Por ello, su inclusión en el ritual de las exequias simbolizaría valores como la fuerza, la vitalidad y la trascendencia. Por otro lado, en lo que respecta al anillo de oro, se cree que se trataría de uno de los objetos personales que se colocaron a la par de los restos como parte de una ofrenda para el más allá, o bien, para que el difunto pueda vestirlo en el inframundo. 

En lo que concierne a otra de las urnas que forman parte del mismo descubrimiento, se cree que contendría los restos incinerados de una mujer, que, suponemos, sería Hispanae, en razón de que junto a ellos se hallaban joyería de ámbar, fragmentos de seda y un frasco de perfume con esencia a pachulí. Tales objetos darían cuenta del rol social y simbólico de la feminidad en aquel contexto romano.