La causa por el crimen del fiscal Alberto Nisman suma nuevos elementos que apuntan directamente a la gestión de inteligencia durante el gobierno de Cristina Kirchner. El fiscal Eduardo Taiano, quien lidera la investigación, analiza imputar al extitular de la SIDE y actual senador ultrakirchnerista Oscar Parrilli, acusado de ordenar espionaje ilegal en torno al caso.
El reciente entrecruzamiento telefónico de Parrilli, realizado por la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (DATIP), pone en evidencia contactos sospechosos y posibles irregularidades. Según testimonios clave, como el del ex director de Reunión Interior de la SIDE, Fernando Pocino, Parrilli habría ordenado espiar a la fiscal Viviana Fein, quien inicialmente llevó adelante la causa.
El rol de Parrilli y la infiltración en la fiscalía
Pocino declaró que Parrilli le pidió explícitamente «vigilar la fiscalía de Fein para saber si Stiuso iba a declarar», utilizando agentes identificados con apodos como «El Oso» y «El Gato». Este espionaje, realizado sin orden judicial, buscaba controlar la investigación desde adentro. Incluso, un agente confesó haber ingresado al departamento de Nisman la madrugada del 19 de enero de 2015, sin identificación, lo que comprometió la escena del crimen.
Antonio Stiuso, exdirector de Contrainteligencia, calificó estas maniobras como «inteligencia ilegal» y acusó al entorno de Parrilli de usar su nombre como excusa para justificar la presencia de espías en la escena. «Estaban haciendo inteligencia sobre la fiscalía, controlando todo», señaló en su declaración.
Presencia de agentes en Le Parc y manipulación de la escena
La investigación también revela que al menos cuatro agentes estuvieron presentes en el complejo Le Parc entre el 18 y el 22 de enero de 2015. Declaraciones de espías confirmaron movimientos sospechosos, como el ingreso por el área de estacionamiento sin controles y la recopilación de información para superiores. Estas acciones habrían interferido gravemente en la preservación de la escena del crimen.
El informe del fiscal Taiano advierte que esta manipulación «mermó la posibilidad de identificar a los victimarios», lo que refuerza la hipótesis de encubrimiento por parte de sectores del Estado bajo la gestión de Parrilli.
Nuevas imputaciones y vínculos con el espionaje paralelo
Entre los imputados hasta ahora se encuentran Sergio Berni, exviceministro de Seguridad, y altos jefes de las fuerzas federales, quienes participaron en el operativo inicial en Le Parc. Además, Taiano apunta a la colaboración entre la SIDE y el Ejército, liderado entonces por César Milani, señalando un sistema de «inteligencia paralela» que habría recopilado información personal sobre Nisman, su familia y la fiscal Fein.
Un elemento clave es la intervención ilegal en la base de datos de Migraciones el mismo día del crimen. Según consta en la causa, expertos informáticos vinculados al kirchnerismo buscaron información sobre Stiuso y otros implicados. Estos actos se suman a la instalación de software malicioso en el celular de Nisman días antes de su muerte.
El dossier de Stiuso y las preguntas sin respuesta
La investigación también contempla un informe presentado por Stiuso al gobierno de Estados Unidos en 2015, donde detalla intentos de asesinato tanto contra él como contra Nisman. Taiano estudia cómo obtener una copia oficial de este documento, que podría arrojar luz sobre las presiones y amenazas previas al crimen.
CFK en el centro del encubrimiento
A medida que avanzan las investigaciones, se refuerza la percepción de que el gobierno de Cristina Kirchner tuvo un rol activo en obstaculizar la búsqueda de la verdad. Desde operaciones de inteligencia hasta la manipulación de pruebas, el caso Nisman no solo destapa la trama detrás de su muerte, sino también los oscuros manejos del aparato estatal en su intento por encubrir lo que parece ser uno de los mayores escándalos de la historia reciente.
