El kirchnerismo vuelve a la carga. En medio de tensiones internas y especulaciones cruzadas, los sectores duros del peronismo bonaerense intentarán avanzar este martes con un proyecto para suspender las PASO en la provincia de Buenos Aires. El verdadero objetivo: abrir la puerta a elecciones concurrentes que le permitan a Cristina Kirchner disputar todos los frentes electorales con una estrategia unificada, enfrentando al Gobierno de Javier Milei desde el Congreso hasta los concejos deliberantes.
La iniciativa impulsada por el diputado massista Rubén Eslaiman busca suspender las Primarias provinciales de este año. Aunque en su origen contó con el visto bueno del gobernador Axel Kicillof, el propio mandatario se distanció del proyecto y propuso otro texto, elaborado por su entorno, que también elimina las PASO pero deja abierta la posibilidad de desdoblar las elecciones. Es una maniobra técnica con consecuencias políticas: permitiría modificar los plazos para convocar a comicios y así habilitar la tan ansiada elección concurrente.
El oficialismo bonaerense no logró avanzar la semana pasada en la Cámara de Diputados, pero sí consiguió allanar el terreno para tratar el proyecto bajo mayoría simple, una concesión legislativa clave obtenida por Facundo Tignanelli (La Cámpora) y Alexis Guerrera (Frente Renovador). Ahora, necesitan reunir 47 votos afirmativos el próximo martes.
Internas abiertas y una Legislatura fragmentada
El bloque de Unión por la Patria está lejos de la cohesión. La Cámpora y sus intendentes aliados suman 15 voluntades. El massismo aporta 10 más. Pero dentro del mismo espacio coexisten sectores reticentes a la estrategia impulsada por el cristinismo. Los diputados del Movimiento Derecho al Futuro, alineados con Kicillof, no han comprometido su apoyo.
Entre ellos, los legisladores matanceros —responden a Fernando Espinoza— se debaten entre sostener la unidad o evitar que La Cámpora avance con su armado local. Tampoco hay certezas sobre figuras como Laura Aloisi, quien responde al Ejecutivo pero ocupa una banca como suplente camporista. Su voto, como el de varios otros, está condicionado por equilibrios internos y riesgos personales.
A esta fragilidad se suma un nuevo episodio de tensión: el dirigente Juan Grabois denunció públicamente que Tignanelli “apretó” al senador Federico Fagioli para condicionar el voto de la diputada Lucía Klug. El cruce se dio en un canal de YouTube y luego escaló en redes sociales. Tignanelli lo negó categóricamente. El conflicto expuso no solo las grietas dentro de UP, sino también la falta de conducción real en el espacio.
Massa juega su propio juego
El Frente Renovador, mientras tanto, convocó a un encuentro para fijar posición. Sergio Massa llamó a construir una alternativa al Gobierno nacional, aunque evitó definiciones concretas sobre el futuro electoral bonaerense. Su sector insiste en que, si se desdoblan los comicios, la fecha clave debe ser el 9 de noviembre. Pero la falta de consenso interno y las tensiones con La Cámpora debilitan cualquier estrategia conjunta.
La trampa legislativa detrás de la suspensión de las PASO
Lo más delicado está en la letra chica del proyecto de Eslaiman. En las modificaciones que podrían incorporarse al artículo que suspende las Primarias se incluiría un párrafo habilitando las elecciones concurrentes. No sería un artículo separado: la jugada apunta a evitar que el gobernador Kicillof lo vete.
Incluso si el proyecto supera la Cámara baja, podría frenarse en el Senado, donde la vicegobernadora Verónica Magario aún no convocó a sesión. Y si lograra avanzar, Kicillof tendría la potestad de no promulgarlo. La oposición —La Libertad Avanza, PRO y la UCR de Maxi Abad— no acompañará, y nadie descarta que el tema llegue a la Justicia.
La urgencia de una estrategia ante el avance kirchnerista
Con el calendario apretando, el kirchnerismo busca apurar una definición que le permita posicionarse frente al Gobierno nacional. «Estamos cero a cero en tiempo suplementario», resumió un legislador K ante la consulta de este medio. El trasfondo es claro: no hay unidad, no hay conducción y cada maniobra parlamentaria parece más un reflejo de supervivencia que de proyecto político.
Mientras el Gobierno nacional avanza con reformas estructurales, reduce la pobreza y consolida su liderazgo, el kirchnerismo se enreda en internas, presiones cruzadas y estrategias dilatorias. Lo que está en juego ya no es sólo una elección, sino la capacidad del peronismo de ofrecer una alternativa real. Por ahora, lo que muestra es la misma lógica de siempre: priorizar el poder interno por sobre el interés de los bonaerenses.