Una nueva encuesta electoral en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) introdujo un dato hasta ahora ausente en el debate público: el impacto de la grieta como determinante del “voto útil” en las legislativas del 18 de mayo. Según el relevamiento de la consultora Proyección, un 47% de los porteños se mostró dispuesto a modificar su voto «para que pierda el kirchnerismo», un fenómeno que podría alterar por completo el escenario.

La medición, realizada entre el 11 y el 15 de abril sobre 1.063 casos, muestra que, si ese rechazo se activa en las urnas, tanto el PRO como La Libertad Avanza podrían disputar seriamente el primer lugar. Actualmente, según los sondeos por candidato, Leandro Santoro lidera la intención de voto con 23,1%, seguido por Manuel Adorni (19,3%) y Silvia Lospennato (17,1%).
Santoro lidera, pero en terreno hostil
Desde que en 2003 el kirchnerismo irrumpió en la escena nacional, nunca logró ganar una elección local en CABA. Esa resistencia histórica explica por qué Santoro, candidato de Unión por la Patria, buscó despegarse de la figura de Cristina Kirchner al lanzar su campaña con el sello “Es Ahora Buenos Aires”, una alianza de perfil moderado y generalista.
Sin embargo, ese intento de desmarque no impidió que el voto anti-K se mantenga como uno de los motores más potentes en el electorado porteño. El estudio de Proyección —una consultora con perfil progresista y cercana al peronismo— mostró que casi uno de cada dos votantes priorizaría que el kirchnerismo pierda, incluso por sobre su preferencia original.
Por contraste, cuando se planteó la posibilidad inversa —cambiar el voto para que pierda La Libertad Avanza—, el 70% dijo que no lo haría, lo que sugiere que el rechazo hacia Santoro es más transversal que hacia Adorni.

Competencia ajustada y riesgo de dispersión
El escenario es aún más complejo cuando se observa la intención de voto por espacios políticos. En ese caso, La Libertad Avanza aparece en primer lugar con 27,3%, seguida de Unión por la Patria (22,8%) y el PRO (20,5%). Esta configuración perjudica al macrismo, que apostó a que el peso del sello amarillo impulsaría a una candidata todavía poco conocida como Lospennato.

El problema para el PRO no es solo el nivel de conocimiento de su postulante, sino la fragmentación opositora. En total, se presentan 17 listas, lo que atomiza el electorado. En este contexto, una diferencia mínima podría definir bancas clave en la Legislatura porteña.

Otro dato llamativo del sondeo es la paridad entre cinco candidatos menores que rozan el 3%, el piso necesario para acceder a una de las 30 bancas que se renuevan. Se trata de Paula Oliveto (Coalición Cívica), Vanina Biasi (Frente de Izquierda), Juan Manuel Abal Medina (PJ), Alejandro Kim (PJ) y Marcelo Peretta (sindicalismo).
¿Voto útil o voto fragmentado?
La pregunta que sobrevuela la campaña porteña es si el electorado anti-K logrará unificarse en torno a una de las dos principales opciones no kirchneristas o si, por el contrario, la fragmentación facilitará un triunfo de Santoro.

El “voto útil” aparece como un factor de peso, pero su efectividad dependerá de la estrategia final del PRO y de La Libertad Avanza. Si ambos espacios insisten en competir entre sí sin señales de acercamiento, podrían perder una oportunidad clave en el distrito que fue su bastión durante dos décadas.