Cuando se habla de vino portugués, pocas son las personas que tienen en consideración a la variedad Castelão. En efecto, pareciera que todo el mundo suele enamorarse de la audacia de la Touriga Nacional o la frescura del Alvarinho. Pero esta uva que se abre paso discretamente en la historia vinícola de Portugal, supone una variedad de trabajo tan versátil como fascinante. Conocida cariñosamente como «Periquita» en algunos círculos, esta uva ocupa un lugar especial en el corazón de la cultura vinícola portuguesa. Así pues, hoy profundizaremos en la historia del Castelão: su carácter, su papel en la vinificación portuguesa y por qué merece la atención de todos los aficionados del vino.

En principio, es conveniente detenerse en lo que atañe al nombre. Castelão es la denominación oficial, pero dependiendo de el área específica de Portugal en que uno se encuentre, puede que lo escuche llamarse Periquita, João de Santarém o incluso Santarém a secas. El nombre «Periquita» se convirtió en sinónimo de Castelão por merced de José Maria da Fonseca, uno de los productores de vino más emblemáticos de Portugal, quien lo popularizó con su vino insignia. El Castelão prospera en los diversos terroirs de Portugal, pero se siente especialmente a gusto en las regiones del sur, como la península de Setúbal, el Alentejo y el Tejo. También se cultiva en los suelos arenosos de la DOC Palmela, donde realmente llega a brillar.
Qué hace a los Castelão únicos
El Castelão no es ninguna diva. Tal es así que puede adaptarse a la perfección a una variedad de climas y tipos de suelo, desde las arenas costeras de Setúbal hasta las cálidas regiones del interior del Alentejo. Esta particular resiliencia lo ha convertido en un elemento esencial de la viticultura portuguesa a lo largo de los siglos. Un aspecto que hace al Castelão verdaderamente fascinante es su versatilidad. Dependiendo de la manera en que se cultive y vinifique, puede producir vinos ligeros y afrutados o ricos y complejos.
Por otro lado, en los suelos arenosos de Palmela, la uva Castelão reina con una maestría notable. Aquí, la uva se expresa con vibrantes sabores a frutos rojos y una frescura característica. Muchos vinos de esta región son cien por ciento Castelão, demostrando, de ese modo, todo el alcance de su potencial. Así por ejemplo, el Periquita Reserva de José Maria da Fonseca es una opción clásica con una vigencia ineluctable, que ofrece una combinación equilibrada de cualidades frutales y estructura.
Su papel en los blends
Si bien el Castelão tiene la característica de brillar por sí solo, también supone un vino capaz de colaborar y trabajar en equipo. Algunos viticultores tienden a mezclarlo con variedades portuguesas como Aragonês (Tempranillo) o Touriga Nacional con el objetivo de crear vinos complejos y con mucha personalidad. En Alentejo, por ejemplo, el Castelão aporta brillo y fruta a los ensamblajes audaces y con cuerpo de la región.

En los últimos años, el Castelão ha podido hacerse de cierto reconocimiento en función de su potencial en la vinificación natural y de baja intervención. De ese modo, algunos productores están experimentando con estilos más ligeros, sin barrica, donde la frescura y la fruta de la uva cobran protagonismo. Estos vinos son perfectos para aquellos que disfrutan del toque informal y fácil de beber de un buen vino tinto frío.
Las uvas Castelão procedentes de viñedos antiguos de bajo rendimiento y cuidadosamente gestionados permiten elaborar vinos bien estructurados, con abundante taninos y acidez. Al mismo tiempo, cuenta con notas frutales que recuerdan a grosellas rojas, ciruelas confitadas y bayas, a veces con un toque de carne de caza. El Castelão rara vez se desprende de su carácter rústico. Por su parte, los mejores ejemplares pueden envejecer particularmente muy bien y, en ocasiones, pueden llegar a asemejarse a un gran Cabernet Sauvignon añejo luego de que maduren.