El programa de Juana Viale volvió a ser el centro de atención este fin de semana tras un inesperado momento protagonizado por Adabel Guerrero. En medio de la conversación distendida que caracteriza a las mesas de la presentadora, la bailarina pidió la palabra para compartir una situación personal que generó sorpresa tanto en la conductora como en los demás invitados.
«Perdón, quiero decir algo súper importante, me cerraron mi Instagram de mil años», lanzó Adabel Guerrero, visiblemente afectada. La artista contó que esta red social era una herramienta fundamental en su vida profesional frente a las cámaras de Canal Trece: «Mientras tanto tengo una cuenta alternativa. Es una fuente de laburo, tenía más de 1 millón de seguidores, y decía ‘no me puedo poner mal por esto’».
El relato de Guerrero no terminó allí. La bailarina profundizó sobre el impacto emocional que le generó esta inesperada pérdida de su cuenta principal: «Lo tuve que trabajar porque me comunicaba todos los días, de un día para el otro me cortan las piernas». Con honestidad, reconoció que intenta mantener la calma, pero que no descarta iniciar acciones legales: «Creo que tengo que poner un abogado, alguien que se ocupe», expresó con firmeza.
Juana Viale acompañó con empatía el difícil momento
Fiel a su estilo, Juana Viale supo manejar con sensibilidad la inesperada confesión de su invitada. La conductora, quien viene afianzándose en su rol al frente del programa, brindó un espacio de escucha atenta y permitió que Adabel pudiera descargar su angustia frente a las cámaras, sin presiones ni interrupciones.
Este tipo de situaciones refuerzan el perfil de Juana Viale como anfitriona: espontánea, abierta y cercana a sus invitados, una fórmula que ha logrado captar la atención del público y consolidarla como una figura fuerte de la televisión argentina.
En otro momento de la nota, Adabel Guerrero habló de su pasión por la danza y comentó: «Yo siempre dije que la danza me salvó la vida. Fue como un mundo mágico. Tanto para el artista como para el espectador, nos podemos liberar de los problemas y vivimos una fantasía. La danza me dio fantasía, contención, pertenencia. Liberar muchas emociones, tener que forzar el cuerpo un poco más, siempre superarse. Tiene que ver con haber encontrado mi propósito en la vida desde muy temprano. A los ocho años yo descubrí la danza, la música clásica. Eso fue mágico siempre».
