Desde hace algunos días, se difundió la noticia acerca de la venta en comercios de vinos falsificados. En tal sentido, es conveniente señalar que la falsificación de productos de calidad reconocida o de gama alta no está reducida solo al ambiente de la tecnología y la moda, como uno tendería a pensar. En efecto, los grandes vinos también son vulnerables a esta práctica ilegítima. Sin dudas, donde sea que exista un negocio lucrativo, existirán también inescrupulosos pretendiendo lucrar de manera desleal con él.

Así pues, el fenómeno de coleccionar vinos bien puede bien puede equipararse con una gran colección de obras de arte. Tanto el vino fino como las obras de arte consiguen atraer mucha atención del público, pueden alcanzar precios exorbitantes y, penosamente, es frecuente que existan falsificaciones que se venden como auténticas. Grandes pinturas y antigüedades han alcanzado enormes valoraciones a lo largo de los siglos. Lo mismo ha sucedido con el vino de alta gama. Se han producido diversas falsificaciones que, con la mirada experta, son fáciles de detectar. Pero ¿Cómo se identifican las botellas de vinos falsificados? Desde luego, la forma más infalible de determinar si un vino es falso es probarlo y olerlo. Sin embargo, este método suele ser poco fiable debido a una serie de factores.
En principio, solo un iniciado con experiencia podrá apreciar la diferencia en una falsificación bien producida, e incluso si es auténtica, las condiciones en las que se conservó la botella podrían haber alterado sus características. Además, el vino solo se puede probar abriendo la botella, lo cual, de todos modos, reduciría drásticamente su valor si se demostrara su autenticidad. A diferencia de la Mona Lisa o El Grito, no se pueden tomar muestras de la pieza sin causar daños permanentes, por así decirlo.
¿Qué dicen las etiquetas?
Un aspecto a considerar debe ser la primera impresión obtenida a partir de una observación atenta. De ese modo, un buen vino tendrá una etiqueta distintiva y reconocida que viste y engalana su botella. Muchas etiquetas presentan varias señales reveladoras y características de marca. En tal sentido, es prudente, antes de adquirir un vino costoso hacer una breve investigación previa visitando la página web oficial de la bodega y la cosecha elegida y buscando la correspondiente etiqueta. Es fundamental utilizar como referencia de manera exclusiva la página web oficial de vinos de la marca para dar con dicha etiqueta, ya que otras fuentes pueden no ser tan fiables.
Una vez que se haya podido dar con la imagen adecuada, es procedente compararla de manera meticulosa con la versión física. Si coincide al pie de la letra, lo más posible es que no se trate de un vino falsificado, sobre todo si se adquirió con un vendedor digno de confianza. No obstante, en el caso de vinos particularmente antiguos, por encima de los treinta años, una etiqueta impecable y sin vestigios del paso del tiempo resultará indefectiblemente sospechoso.
En nuestro país, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) proporciona herramientas pensadas para que los consumidores puedan verificar por sus propios medios la autenticidad de los vinos. Mediante su sitio web se puede consultar a las bodegas registradas y así validar los detalles de cada ejemplar a través del número de análisis que consta en la contraetiqueta.
El mensaje en (la forma de) la botella
En este aspecto es conveniente mantener abierta la ventana de la página web del vino o la del INV un poco más. No solo la etiqueta puede contar delatar a los vinos falsificados, sino también la propia forma de la botella, sobre todo si se trata de una especialmente distintiva. Cabe señalar que este método no es del todo infalible, ya que la forma del vidrio de las botellas es relativamente fácil de imitar. Sin embargo, puede ofrecer cierta tranquilidad hacer coincidir la etiqueta y la forma con la botella real que tiene en sus manos.

Por su parte, la edad del corcho es otro indicador elocuente de si la botella tiene la edad que debería. Esto responde a que los corchos envejecen de manera muy evidente y tienden a oscurecerse con el paso de los años. Un dato curioso es que muchos coleccionistas de vino pueden (y de hecho lo hacen) volver a tapar vinos auténticos con corchos nuevos por diversas razones. Retapar el vino a veces puede ser clave para poner a resguardo una botella añeja, pero por otro lado, también puede fomentar las falsificaciones y, en algunos casos, arruinar el vino que guarda. Ante cualquier duda siempre es fundamental solicitar a un experto que revise su botella.