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SOCIEDAD

Blue Nun: el vino alemán que fue desde la cima hasta la infamia

Una de las marcas más reconocidas a nivel mundial por su impacto en la cultura popular debió atravesar un sinuoso camino de altibajos con el solo objetivo de mantenerse vigente.

Blue Nun

Blue Nun fue, de acuerdo con algunas fuentes, la primera marca de vino verdaderamente global para el mercado de masas, lo cual supone una distinción inusitada para un vino alemán. Por lo tanto, su historia tiene cierta relevancia en la globalización del vino.

Los orígenes de Blue Nun se remontan a mediados del siglo XIX, y más puntualmente al año 1857, cuando Hermann Sichel fundó un negocio vinícola en Maguncia. Poco se sabe acerca de los inicios de la empresa de Sichel, excepto que logró sobrevivir al caos político y económico que acontecería en los años subsiguientes, lo que, en retrospectiva, ya apunta a ser un logro considerable.

La historia de Blue Nun propiamente dicha tiene su inicio de la mano de la cosecha de 1921, considerada por muchos una de las mejores. Sichel hizo todo lo posible por conseguir exportar estos vinos, fundamentalmente a Gran Bretaña, y de ese modo surgió el nombre de la etiqueta, Blue Nun, («monja azul» en inglés) con el solo propósito de facilitar las ventas en el extranjero.

Una fuente, hoy por hoy más mítica que de rigor histórico, afirma que la monja de la etiqueta vestía originalmente la túnica marrón estándar, pero por un error de imprenta se la tiñó de azul y de ese modo tuvo origen la marca.

La maldición de Blue Nun

Blue Nun y la famosa cosecha que representaba encontraron, efectivamente, un mercado en Inglaterra, llegando a vender más de mil cajas al año en la década de 1930 (cabe señalar, con precios inusualmente excesivos para una sola marca de vino en aquel entonces), según la historia oficial de la compañía.

Los volúmenes aumentaron después de la Segunda Guerra Mundial, llegando a alcanzar los 3,5 millones de botellas anuales en el Reino Unido durante la década de 1970, antes de que las ventas se desplomaran a 800.000 en la década siguiente.

Por lo visto, la disyuntiva entre cantidad y calidad finalmente se volvió en su contra para Blue Nun, y la moda del vino tinto iniciada por el famoso descubrimiento de la Paradoja Francesa tampoco ayudó. Se conoce con ese nombre al fenómeno que se dio a conocer entre las décadas de los ochenta y los noventa del siglo pasado, según el cual, los franceses tienen una incidencia relativamente baja de enfermedad coronaria, a pesar de tener una dieta relativamente rica en grasas saturadas. En tal sentido, se planteó que uno de los factores que habrían de incidir en tal ecuación no sería otro que el consumo de vino tinto francés. Blue Nun, al parecer, fue la víctima original de lo que luego se dio en llamar «la maldición de Blue Nun«: los vinos sencillos y dulzones que traen placer, también traen desgracias.

Los efectos

A medida que los gustos cambiaron y los consumidores de vino buscaron ascender en el mercado, el vino Blue Nun decayó (aunque 800.000 botellas no son precisamente una cantidad desdeñable). Pasado de moda para algunos, una broma para otros, eso fue y, en cierta medida, sigue siendo Blue Nun. Es una generalización exagerada decir que todo el vino alemán sufrió la maldición de Blue Nun, pero hay algo de cierto en ello.

Se siguieron produciendo grandes vinos, por supuesto, y las élites cultas del vino los adquirieron (aunque no a los altos precios que antaño obtenían), pero las marcas alemanas por excelencia eran Blue Nun, Black Tower y sus compañeras de estantería Liebfraumilch. En ese sentido, el vino alemán tocó fondo.

Resurgimiento

Sichel terminó vendiendo la marca a Langguth, otro productor alemán, quien supo entender mejor los cambios de paradigma y terminó mejorando los vinos. En la actualidad, Blue Nun volvió a ser una marca importante, con cinco millones de botellas vendidas solo en Gran Bretaña en promedio. Si bien se trata de una marca alemana, significativamente refleja la actual ola de globalización; no es exclusivamente un vino alemán. En tal sentido, es plausible plantear el axioma de que el vino alemán ha vuelto, pero asimismo ha cambiado. La calidad ha mejorado (incluso las marcas del mercado masivo ofrecen buenos vinos), pero su reputación persiste, se trata del legado de la Maldición de Blue Nun.