«Este gobernador decidió convocar elecciones concurrentes», escribió este jueves la senadora bonaerense María Teresa García. No hablaba de Axel Kicillof, sino del gobernador peronista de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, quien oficializó que en su provincia se votará el mismo día para cargos nacionales y provinciales. Pero en esa frase breve y filosa, quedó en evidencia la incomodidad que empieza a generar el gobernador bonaerense dentro del peronismo.
Es que Kicillof decidió desdoblar los comicios en la provincia de Buenos Aires, y no acoplarlos a las elecciones nacionales como pretendían sectores kirchneristas cercanos a Cristina Kirchner y La Cámpora. En otras palabras: el mandatario bonaerense optó por jugar su propia estrategia y despegarse del calendario de la expresidenta y sus leales.
La movida fue interpretada por muchos como un intento de Kicillof por blindarse electoralmente, convencido de que su figura todavía conserva fuerza en territorio bonaerense, mientras que la boleta nacional puede arrastrar rechazos por la presencia de nombres vinculados al pasado reciente del kirchnerismo. «Si la gente ve las caras de siempre, no nos vota», se sincera un dirigente de su entorno.
Mientras tanto, Zamora eligió el camino contrario. En un comunicado publicado en sus redes sociales, anunció que las elecciones provinciales en Santiago del Estero serán el 26 de octubre, junto con las nacionales. Dijo que la decisión fue avalada por la Cámara Nacional Electoral y que así evitarán múltiples votaciones en un mismo año.
García, alineada con el sector que aún responde a Cristina, no oculta su malestar por la decisión de Kicillof. Su tuit puede leerse como un pase de factura, o al menos una forma sutil de marcar que hay gobernadores como Zamora que siguen alineados con el proyecto nacional del peronismo, mientras otros optan por cortar amarras.
La estrategia de Kicillof para alejarse de Cristina y ganar votos por gestión y presente
En la práctica, la jugada de Kicillof reaviva una vieja tensión dentro del peronismo: ¿hay que apostar por un armado nacional cohesionado o dejar que cada provincia se refugie en sus liderazgos locales? El gobernador bonaerense parece haber elegido lo segundo, convencido de que su gestión le da chances reales de ganar, incluso sin el paraguas de la boleta presidencial.
Con su decisión, Kicillof no solo define una estrategia electoral, también envía una señal política: no piensa dejarse arrastrar por el desgaste del kirchnerismo nacional. En tiempos de reconfiguración interna, su postura empieza a incomodar a quienes, como María Teresa García, siguen creyendo que el camino pasa por una boleta única, con Cristina como faro.

