En el marco de los actos oficiales por el 25 de Mayo, el presidente de la Argentina, Javier Milei, volvió a quedar en el centro de la escena, esta vez por un gesto que muchos interpretaron como una falta de respeto a los símbolos patrios: no llevó escarapela en el pecho durante su participación en el Tedeum celebrado en la Catedral Metropolitana.
Mientras todos los funcionarios que lo acompañaban lucían la tradicional escarapela celeste y blanca, entre ellos la vicepresidenta Victoria Villarruel, el jefe de Gobierno porteño Jorge Macri, la secretaria general Karina Milei y otros referentes del gabinete— el Presidente optó por asistir sin el emblema nacional. Tampoco lo habría llevado el flamante jefe de Gabinete, Guillermo Francos, según se pudo observar en las imágenes oficiales.
El detalle no pasó desapercibido para quienes siguieron la ceremonia por televisión o redes sociales. En un día en el que se conmemora la Revolución de Mayo y se refuerzan los valores fundacionales de la patria, la ausencia del símbolo patrio en el Presidente generó sorpresa, críticas y especulaciones sobre el significado del gesto.
Desde el entorno presidencial evitaron dar explicaciones. No es la primera vez que Milei minimiza ciertos rituales institucionales o el uso de símbolos tradicionales: en otros actos oficiales también ha optado por no aplaudir o mantenerse en silencio frente a manifestaciones del resto de los presentes. En esta ocasión, su hermana Karina, de habitual bajo perfil, sí eligió llevar la escarapela.
Victoria Villarruel se diferenció de Milei
La vicepresidenta Villarruel, en cambio, lució el distintivo patrio con visibilidad desde su llegada al acto. Ella misma había encabezado un homenaje a la Revolución en el Senado el jueves previo, donde remarcó la necesidad de «reafirmar los valores de la nación y la Constitución».
El episodio se suma a la tensión generada por la falta de saludo de Milei a Villarruel y a Macri al llegar a la Catedral, lo que refuerza la imagen de un presidente cada vez más alejado del protocolo y de sus propios aliados. En un momento de profunda sensibilidad política y económica, los gestos, incluso los más simples, parecen resonar con más fuerza que nunca.
