La ciudad de La Plata fue escenario de otra ola de inseguridad con dos robos de alto impacto que reactivaron las alertas sobre las bandas delictivas que operan con inteligencia, logística y violencia en suelo bonaerense. Uno de los hechos involucró a Alejandro Trapine, un comerciante que volvía de realizar una operación bancaria y perdió 70 millones de pesos tras una maniobra cuidadosamente ejecutada.
«Fue todo rapidísimo», relató Trapine, aún conmocionado. Había retirado dinero en una sucursal de avenida 44 y 29 para pagar sueldos, aguinaldos y deudas fiscales de su empresa distribuidora de yerba mate, La Buena. Mientras conducía su Fiat Fiorino por Camino Centenario, a la altura de City Bell, notó que alguien arrojó un objeto frente al vehículo. A los pocos metros, el neumático pinchado lo obligó a detenerse. Mientras intentaba cambiar la rueda, un ladrón aprovechó para ingresar al utilitario y robar un bolso con 70 millones de pesos y otros 250 mil en efectivo.
«Escuché el golpe de la puerta y cuando miré ya se había ido. Eran dos en una moto. Y creo que un Peugeot 208 blanco que estaba atrás también formaba parte de la banda», detalló el comerciante. Si bien no puede confirmar que haya sido víctima de una «salidera bancaria», considera que la justicia deberá investigar esa posibilidad. «Ahora tengo que ver cómo hago para resolver esta situación financiera sin caer en las cuevas y sin que me devoren los intereses», lamentó.
El otro robo que conmocionó a los vecinos de La Plata
El segundo hecho, tan o más violento, fue el secuestro exprés del empresario textil Sandro Marcelo Caffaro. El hombre fue interceptado el lunes por la noche mientras manejaba su camioneta 4×4 por Camino Centenario. En segundos, los delincuentes lo obligaron a conducir rumbo al conurbano sur. «Estaba en shock. Apenas se acordaba detalles de esos primeros momentos», explicó un investigador del caso.
Durante casi 12 horas, Caffaro estuvo vendado, atado y encerrado en lo que sería un «búnker». Los ladrones intentaron sin éxito desbloquear su celular mediante huella dactilar y reconocimiento facial para acceder a sus cuentas. No solo lo golpearon para obtener las contraseñas, sino que lo amenazaron con matarlo si no cooperaba. Finalmente, fue liberado en el norte de La Plata y logró comunicarse con su familia.
El caso de Trapine lo investiga la fiscalía penal platense, mientras que el secuestro de Caffaro quedó en manos del Juzgado Federal 1 de La Plata. Aunque aún no hay detenidos, los investigadores analizan cámaras de seguridad y cruzan datos en busca de conexiones entre ambos hechos, que parecen hablar más de una estructura delictiva aceitada que de simples robos al voleo.