En medio del frío porteño y del impacto político que dejó la confirmación de su condena judicial, la expresidenta Cristina Kirchner reapareció públicamente este domingo al saludar desde el balcón de su domicilio en el barrio de Constitución, donde cumple prisión domiciliaria tras el fallo de la Corte Suprema en la causa Vialidad.
La escena ocurrió cerca de las 18 horas, cuando la multitud de militantes que se había concentrado en San José 1111 notó que se encendía la luz de la habitación que da al frente del edificio. Enseguida, las persianas se abrieron y Cristina se mostró ante los presentes, desatando aplausos, cantos y vítores de apoyo.
“¡Cristina corazón, acá tenés los pibes para la liberación!”, coreaban los asistentes, mientras la dos veces presidenta respondía con gestos de gratitud y un corazón formado con sus manos, un símbolo que ya se volvió habitual en su vínculo con la militancia.
Un saludo que se convirtió en mensaje político
Aunque no hubo palabras ni declaraciones, la imagen de Cristina saludando desde su domicilio —donde cumple arresto con una tobillera electrónica— fue leída como un gesto de resistencia simbólica ante la condena que la inhabilita de por vida para ocupar cargos públicos.
Desde el 10 de junio, pesa sobre ella una sentencia firme a seis años de prisión por supuestas irregularidades en la obra pública durante su gestión, un fallo que generó movilizaciones masivas en todo el país y renovó las tensiones entre el oficialismo y el sector opositor.
El pasado martes, el juez Jorge Gorini, titular del Tribunal Oral Federal N.º 2, confirmó que la líder peronista podrá cumplir la condena en su casa, aunque deberá usar tobillera electrónica, decisión que fue cuestionada por algunos dirigentes y organismos de derechos humanos que consideran que se trata de una “persecución política judicializada”.
Militancia movilizada y respaldo intacto
A pesar de las bajas temperaturas, los alrededores de la residencia de Cristina se colmaron de militantes, dirigentes barriales y agrupaciones políticas que llevaron bombos, banderas y carteles en defensa de quien consideran la principal referente del movimiento nacional y popular.
“Vine desde La Matanza con mi nena de seis años, porque no podía quedarme en casa. Cristina no está sola”, dijo una mujer entre lágrimas, mientras sostenía una bandera con la frase “Condenar a Cristina es condenar al pueblo”.
Con esta reaparición desde su propio balcón, Cristina Fernández de Kirchner volvió a marcar presencia política, aun en un contexto adverso, y envió un mensaje claro: su liderazgo sigue intacto, más allá de los fallos judiciales.