El Valle de Napa goza de reconocimiento mundial por ser el bastión de los vinos en Norteamérica. Sin embargo, también es famoso por encontrarse en una zona geográfica que no es ajena a la adversidad. Ante un clima en constante cambio, cultivar un legado de excelente vinificación y una viticultura sostenible supone un verdadero desafío. Más allá de las condiciones climáticas extremas —aumento de temperaturas, sequías e incendios forestales— provocadas por el cambio climático, la industria vitivinícola continúa resistiendo los cambios en la demanda y el interés de los consumidores. Pocas bodegas del Valle de Napa se han librado de los efectos.

Para Hess Persson Estates (anteriormente The Hess Collection Winery), al acercarse su 50.º aniversario, la clave de la resiliencia radica en equilibrar la herencia y la curiosidad. La segunda generación de la familia Hess, Tim y Sabrina Persson, ha estado al mando desde 2012 durante dos incendios forestales y años de sequía. Pero la primera prueba real de su resiliencia fue el terremoto de magnitud 6.0 que azotó el Valle de Napa a las 3:20 a. m. del 24 de agosto de 2014.
“Recuerdo sentir como si un tren de carga atravesara la casa”, recuerda Tim. “Nuestro hijo tenía casi un año. Sabrina corría por la casa para llegar a él. No pensé en nada más que en ellos y en las paredes que probablemente se derrumbaban a nuestro alrededor. Y entonces, sonó mi teléfono”. Del otro lado de la línea telefónica se encontraba el enólogo Dave Guffy, quien relató que el equipo sabía que había daños, pero que desconocían su gravedad.
Las pérdidas y el resurgimiento
Al amanecer, se habían perdido decenas de miles de litros de vino, varios tanques habían implosionado, las barricas se habían derrumbado en una precaria pila: una bodega histórica en Mount Veeder había sufrido graves daños. “Estábamos aturdidos. Todo era tan surrealista; era nuestra primera aventura. Pero la única salida era seguir adelante”, comparte Tim.
Al evaluar los daños, los Persson redoblaron sus esfuerzos por cumplir el sueño de Donald Hess cuando fundó The Hess Collection: crear algo hermoso a partir de la naturaleza. “La ingenuidad tiene su ventaja, porque no hay motivos para rendirse. Uno tiene la libertad de hacer preguntas y desafiar la forma en que siempre se han hecho las cosas”. La Bodega Lions Head nació de los escombros, con el lanzamiento de las marcas de vino Lion Tamer y Panthera.

En la bodega, la enóloga en jefe, Stephanie Pope, canaliza su experiencia y creatividad con tecnología de vanguardia, como tanques de doble aislamiento para lotes pequeños (resistentes a terremotos) y un clasificador óptico. Esta meticulosa atención al detalle se refleja en los vinos de Lion Tamer y Panthera. Lion Tamer y Panthera equilibran el pedigrí con ideas innovadoras al reexaminar las características de una gran cosecha en el Valle de Napa y el Valle de Sonoma, respectivamente. Con la introducción de Lion Tamer Chimera el año pasado, ahora hay dos mezclas rojas de Lion Tamer centradas en Malbec: Hess Persson Estates es un prolífico productor y elaborador de Malbec, una rareza en el Valle de Napa.
La perspectiva al futuro
“El patrimonio y la pertenencia son tan importantes como la evolución y la curiosidad”, reflexiona Tim. La próxima generación del Valle de Napa (y los coleccionistas de vino) se encuentra en una posición privilegiada para comprender esta perspectiva. El vino nos conecta con la tierra y entre nosotros (a menudo de maneras sorprendentes). El vino, como la comida, la música y el arte, ha formado parte de la cultura humana durante miles de años. Siempre se ha creado para ser compartido. Una biblioteca, no un museo. Y de esa manera, quizás, resistir la prueba del tiempo en esta industria sea en sí mismo un acto de resiliencia.