El ciclo de Marcelo Gallardo en su regreso a River tiene una lista negra bien definida. A pesar del cariño y la historia, hay jugadores que ya no entran en sus planes, y lo demostró sin rodeos. Uno de los nombres más pesados del plantel, Manuel Lanzini, quedó completamente marginado: sin número de camiseta, con el sueldo reducido y sin siquiera formar parte de las prácticas. “Ve los partidos desde su casa”, dicen en Núñez, donde su situación genera sorpresa y desazón.
Todo se precipitó tras el duro golpe del Mundial de Clubes, donde River no estuvo a la altura. De regreso en Argentina, el Muñeco trazó su nuevo mapa: cortar de raíz a quienes ya no considera útiles. No se trata solo de rendimiento, sino de decisiones tácticas y anímicas. A seis jugadores se les comunicó que no seguirán siendo prioridad: González Pirez, Matías Kranevitter, Santiago Simón, Matías Rojas, Gonzalo Tapia y el propio Lanzini. La idea es que busquen nuevos horizontes antes de que se cierren las puertas del todo.
Una decisión sin retorno: el caso Lanzini
El panorama de Lanzini es particular. A fines de 2024, renovó su contrato, pero lo hizo aceptando una fuerte rebaja salarial por pedido del cuerpo técnico. La ilusión era volver a ganarse un lugar, pero la realidad fue otra: no solo fue desplazado del equipo, sino que le quitaron la camiseta número 10, símbolo de jerarquía que ahora luce Juan Fernando Quintero. La decisión fue un golpe simbólico tan claro como doloroso.
Además de no estar en las convocatorias, el mediocampista fue apartado de los entrenamientos con pelota. Su día a día se convirtió en una rutina solitaria. A pesar de su intención de continuar, desde el entorno del club le hacen sentir que ya no hay retorno. “Si no encuentran club, se quedan viendo desde casa”, afirman desde adentro. La frase lo dice todo: no hay espacio ni en el banco.
Futuro incierto: sin ofertas concretas
Su representante se movió rápido. Tocó la puerta de Vélez, pero el interés no pasó de una conversación inicial. También se mencionan sondeos de la MLS y de equipos del fútbol de Medio Oriente, aunque ninguna propuesta llegó con la formalidad esperada. Lo concreto es que Lanzini sigue atado a un contrato con River, pero cada vez más lejos del vestuario, de la cancha y del corazón futbolístico del club.
Por ahora, la historia no tiene final. Pero en Núñez ya dejaron en claro que no habrá segundas oportunidades. Lo de Lanzini parece ser un caso emblemático: ídolo que vuelve, pero no encaja; jugador que acepta resignar dinero, pero no consigue lugar. Mientras tanto, Gallardo afina su nuevo River con mano firme y decisiones drásticas. Y el ex West Ham observa todo desde el living de su casa.