Wanda Nara volvió a ser noticia y esta vez no por su vida amorosa ni por sus apariciones televisivas, sino por una jugada de alto impacto para promocionar su nueva canción, “Tóxica”. En el marco de su viaje por Europa, la conductora decidió vandalizar uno de sus autos más lujosos: un Lamborghini Huracán Spyder ploteado en rosa, que había quedado en su poder tras la separación de Mauro Icardi.
El vehículo, adquirido en 2017, está valuado entre 267 mil y 300 mil euros, según reveló Virginia Gallardo en el programa Mujeres Argentinas. La elección del auto no fue casual: representa una etapa de su vida marcada por el exceso, el amor mediático y la posterior ruptura. Convertirlo en símbolo de su nuevo tema musical es, sin dudas, una declaración de intenciones.
Las imágenes del Lamborghini intervenido circularon rápidamente en redes sociales, generando reacciones divididas. Algunos celebraron la audacia de Wanda, mientras otros cuestionaron el gesto como innecesario o provocador. Lo cierto es que, fiel a su estilo, la empresaria logró lo que buscaba: que todos hablen de ella.
La canción “Tóxica” se enmarca en un proyecto musical que Wanda viene desarrollando con productoras internacionales, y que incluye colaboraciones con figuras como L-Gante. Durante su estadía en Europa, compartió momentos laborales y personales que alimentaron rumores y titulares.
Más allá del marketing, el gesto de vandalizar un auto de lujo también puede leerse como una metáfora de ruptura y transformación. Wanda no solo se desprende de un objeto asociado a su pasado, sino que lo convierte en arte, en símbolo, en mensaje. “Tóxica” no es solo una canción: es una etapa, una postura, una forma de rebeldía.