(Por Carolina Mena Saravia).- Es un hecho que la fama de uno de los vinos de España más reconocidos, el vino riojano debe sus orígenes al apóstol Santiago, uno de los apóstoles más cercanos a Cristo, aquel que estuvo presente, junto con los apóstoles Juan y Pedro, en tres momentos clave en la vida del Mesías, como fueron la resurrección de la hija de Jairo, la transfiguración en el monte Tabor y la oración de Jesús en Getsemaní.
El 25 de junio se celebra el día del patrón de España, Santiago Apóstol, figura emblemática de la identidad cultural del norte de España. En efecto, la fecha convoca multitudinarias muestras de fe desde Galicia, pasando por La Rioja, acompañando el acontecimiento con festejos de distinta índole, como misas, peregrinaciones, fuegos artificiales, platos autóctonos y celebraciones con vino riojano o gallego.
Santiago Apóstol, camino de vino y tradición
El Camino de Santiago es una tradición muy arraigada en el mundo. Convoca a peregrinos de distintos lugares que acuden con fe a recrear los caminos que llevan a la tumba del apóstol, la cual fue descubierta a través de luces refulgentes que señalaban el lugar donde se encontraban sus restos.
Todos los caminos conducen a Santiago de Compostela, cuyo nombre proviene de las palabras latinas “campus stellae” (‘campo de estrellas’), aunque los trayectos por los cuales se emprende el recorrido sean distintos. Las rutas oficiales en España son más de quince y existen otras internacionales desde Francia, Italia, Portugal o Alemania. El recorrido más popular es el del Camino Francés, desde Saint-Jean-Pied-de-Port, en Francia, o Roncesvalles, en Navarra, España.
La hospitalidad es uno de los rasgos característicos del peregrinar a la tumba del apóstol. Estos gestos generan una sinergia con las pautas de enoturismo, una actividad muy difundida en el territorio. Cualquier ocasión es buena para compartir una copa de vino, y si es un rioja, tanto mejor. El entusiasmo se plasma también en la actitud del guía, que acompaña la invitación con una explicación de las cepas y variedades de la región. Aunque no es la única región que ofrece esta opción, son pocos los que pueden exhibir un pasado tan frondoso y rico como esta región.
Historia y fe, hospitalidad y turismo se mezclan, dando lugar a una propuesta que ofrece mucho más de lo que el propio peregrino espera. Esta es la razón del entusiasmo de los viajeros, que corre como reguero de pólvora, llegando incluso a realizar el mismo trayecto todos los años, en especial para la fiesta del apóstol, así como también incorporando esta opción alternativamente en su agenda.
El Camino de Santiago y su estrecha relación viñatera
El Camino Francés atraviesa de este a oeste la Rioja Alta; por ello se considera que la historia vitivinícola de la región no puede entenderse sin el concepto del peregrinaje a la tumba de Santiago, consolidado en la Edad Media. En medio de un paisaje agreste, con tierra arcillosa y plagada de ondulaciones, los siglos XI y XII dejaron su huella imborrable en la arquitectura del lugar, donde los monasterios desempeñaron un papel clave en el desarrollo vitivinícola de la zona.
Destaca el Monasterio de San Millán de la Cogolla, hoy declarado Patrimonio de la Humanidad; es también cuna del idioma castellano. También es digno de mención el Monasterio de Santa María la Real de Nájera, con su arcada gótica infinita, fundado por el rey García Sánchez III, conocido como “el de Nájera”, cuando decidió fundarlo tras encontrar en una cueva cercana una imagen de la Virgen María, donde también había un ramo de azucenas y una campana.
Para entender la importancia del vino en esta zona, basta mencionar que el vino en estos lares es un alimento líquido, una suerte de néctar sagrado. Y así era la recepción de los peregrinos, cuando les ofrecían una copa de vino al llegar a los monasterios o a los albergues, una forma de recobrar fuerzas para emprender el nuevo trayecto al día siguiente.
El vino riojano, una sensación entre los vinos de España
El vino riojano fue el primero en obtener la Denominación de Origen Calificada Rioja. Es una forma de proteger el legado centenario que se basa en la cepa tempranillo, emblema de la región. El “rioja”, nombre con el que se los conoce, debe su fama al equilibrio, la elegancia y, sobre todo, a su capacidad de envejecer noblemente, lo que le confiere un lugar entre los vinos más buscados del mundo.
La denominación los distingue a través de una clasificación que incluye las categorías de joven, crianza, reserva y gran reserva, estilos muy distintos que permiten abarcar diferentes paladares, desde los más jóvenes y populares hasta los más exigentes. El Camino de Santiago ofrece opciones para todos los gustos, pero en especial los peregrinos gustan de aquellos vinos accesibles, frutales y frescos.
Hablamos de aquellos que son ideales para acompañar comidas sencillas, reconfortantes y reparadoras, como podrían ser panes de distintos tipos servidos con queso de oveja, chorizos de fabricación artesanal local y platos tradicionales como tapas o tortillas de papas en sus diferentes versiones. La forma de compartir varía, ya sea desde una sencilla copa o, por qué no, vasos ofrecidos en las posadas a la vera del camino. Una muestra de que el compartir es más importante que la suntuosidad del maridaje en sí.
Compartir, distribuir, disfrutar son verbos que se conjugan en lo más profundo del corazón del peregrino. No es para menos: el Camino de Santiago es cada vez más popular entre viajeros de distintas edades, credos y nacionalidades. Rioja, la tierra del vino español, una de las regiones más emblemáticas, abreva en la tradición cristiana su más caro sentimiento. Un brindis en el pasado, una insignia para el futuro.