A los 47 años, la vida de Lucio dio un giro inesperado. El histórico defensor que fue capitán de Brasil en el Mundial 2010 y campeón en Corea-Japón 2002, sobrevivió a un incendio que lo dejó con el 18% de su cuerpo quemado. Cuatro meses después del accidente, decidió hablar por primera vez sobre el calvario que atravesó.
En una entrevista con La Gazzetta d’Italia, el exfutbolista describió con crudeza lo vivido: “Estoy aquí para contarlo, Dios me dio una segunda mitad de partido”. Su relato emocionó a los fanáticos que lo recuerdan por su garra y liderazgo en la defensa de la Verdeamarela.
El accidente que lo marcó
El episodio ocurrió en la casa de un amigo en Brasil, pocos días después de festejar su cumpleaños número 47. Una chimenea que se había apagado derivó en tragedia cuando un intento de reavivar el fuego con alcohol provocó una explosión. “Solo recuerdo las llamas en la cara, los brazos y las piernas. Me tiré a la piscina mientras mi esposa, por suerte, salió ilesa”, contó Lucio.
El exdefensor estuvo 20 días internado, sometido a operaciones para remover tejido dañado y con un dolor insoportable que no le permitía dormir. “Nunca había pasado tanto tiempo en un hospital”, reconoció.
La dura recuperación
El tratamiento incluyó injertos de piel, vendajes especiales y controles médicos permanentes. “Todavía me faltan algunos meses para recuperarme al 100%, pero lo más difícil ya pasó”, aseguró. También admitió que las quemaduras son un trauma tanto físico como mental, y que el proceso de recuperación sigue siendo exigente.
Una carrera inolvidable
Más allá del presente difícil, Lucio sigue siendo recordado como uno de los defensores más imponentes de su generación. Surgió en Guará, brilló en Inter de Porto Alegre, se convirtió en símbolo del Bayern Múnich con ocho títulos, y fue pieza clave del Inter de Milán que ganó la Champions League 2010 bajo el mando de José Mourinho. Luego pasó por la Juventus, Palmeiras, San Pablo y clubes de Asia, dejando huella en cada equipo.
El mensaje de un campeón
El ex capitán brasileño cerró con optimismo: “Las quemaduras me dejaron cicatrices, pero también me enseñaron a valorar cada día. Dios me dio otra oportunidad y quiero disfrutarla”. Palabras que resumen la fortaleza de un hombre que supo tocar la gloria y hoy enfrenta la batalla más difícil de su vida.