Durante su encuentro con Xi Jinping en el Gran Salón del Pueblo, Alberto Fernández elogió la revolución iniciada por Mao Zedong en 1949. No se quedo solo con eso, sino que reveló que comparte la mirada ideológica del Partido Comunista chino. Los dichos del presidente se difundieron por la cadena china de noticias y dieron cuenta de la postura que tiene el mandatario sobre un país de partido único y que gobierna desde el año de la revolución de Mao.
La reunión entre ambos presidentes se extendió durante cuarenta minutos y ocurrió en la madrugada del domingo (hora de la Argentina). El vídeo con los elogios presidenciales al régimen comunista fue propalado por CGTN, una cadena oficial china que transmite las 24 horas. Es la misma cadena que difundió el inesperado diálogo entre Xi Jinping y Vaca Narvaja también con elogios al régimen de China.
CGTN difundió las imágenes en las que se ve a Fernández decir: «Nos sentimos muy identificados con todo lo que fue el trayecto de la Revolución hasta el presente, que ha puesto a China en el lugar central que ocupa en el mundo. Sepa que estamos, como bien ha dicho usted, compartimos una misma filosofía de política, que pone al hombre como centro de la política».
Quién fue Mao Zedong antes de la Revolución
Con el derrocamiento del último emperador en 1911, se instauró en China la primera República. Esta se agotó con el tiempo y se generó un grave conflicto interno. Por un lado, estaba el Partido Nacionalista, que había tomado el poder e intentaba crear un Estado centralizado y militarizado. Inspirándose en el modelo soviético, el Partido Comunista Chino se fundaba y tenía su base en el extendido campesinado.
En 1934, las fuerzas del Partido Nacionalista lograron cercar a los comunistas y amenazaron con destruirlos. Fue cuando Mao ordenó la Larga Marcha. Durante un año, más de cien mil hombres, mujeres y niños, recorrieron a pie 12.000 km hasta alcanzar el norte del país. Al final del recorrido, sólo 20 mil personas lograron alcanzar la retirada estratégica que permitió la supervivencia de lo esencial del Ejército Rojo y del Partido Comunista.
El punto final fue Yan’an, en la provincia de Shaanxi, en el centro-norte de China, el campo base comunista de 1935 a 1947. Allí se prepararon para la revolución. Mao asumió el cargo de líder en 1935 e instigó una serie de purgas contra sus opositores.
Después de la derrota de los japoneses en la Segunda Guerra Mundial en 1945, el liderazgo de China estaba en juego nuevamente. El relativo aislamiento de los ejércitos comunistas les había permitido mantener su fuerza para librar una guerra total contra un gobierno debilitado.
A partir de 1947, la Unión Soviética dio un apoyo significativo a las fuerzas de Mao. Les proveyó del mejor armamento, alimentos y divisas. Los milicianos comunistas avanzaron rápidamente desde el norte hacia las grandes ciudades de la costa. Un año más tarde ya controlaban la región de Manchurria y la ciudad de Harbin. Fue cuando Mao decidió abandonar la lucha guerrillera por la de guerra abierta.
El gobierno de Mao
En enero de 1949, Beijing cayó casi sin luchar en manos comunistas. El retrato de Mao reemplazó al de Chiang, gobernante de aquel entonces, sobre la Puerta de la Paz Celestial a la entrada de la Ciudad Prohibida. El 1 de octubre de 1949, los comunistas proclamaron la República e impusieron una nueva Constitución que designaba al PCC como único partido.
Mao asumió y pensó que la economía de China había quedado rezagada a nivel global. En 1957 impuso el Gran Salto Hacia Adelante. Con este proyecto, el Gran Timonel eliminó la propiedad privada de la tierra, diseñó un modelo de trabajo forzado y ordenó un sistema intensivo de producción agrícola. Fue una tragedia: 45 millones de chinos murieron de hambre.
Años más tarde, cuando las fosas comunes aún no había sido cubiertas de tierra, Mao puso en marcha la Gran Revolución Cultural. Inició en 1966 y significó una purga política que terminó con más de 15 millones de personas muertas. Zedong pretendió “erradicar” a los burgueses infiltrados en el sistema de producción china, y ejecutó una masacre que no está contada en el museo del Partido Comunista que elogió Alberto Fernández.
La represión ilegal no terminó con la muerte de Mao. En junio de 1989, el régimen comunista asesinó a más de 2 mil chinos que llegaron a la Plaza Tianammen para exigir por su libertad. Fue otro hecho trágico que no se cuenta en la historia oficial del Partido Comunista.