Carlos Robledo Puch, el asesino serial que cometió robos, extorsiones y homicidios entre 1971 y 1972, cumplió 50 años preso en el penal de Olmos, Buenos Aires el día 4 de febrero. El homicida, quien en enero cumplió 70 años, es una de las personas que más ha estado recluida de su libertad en Argentina, de manera que reclamó otra vez por su liberación a través de su abogado, Diego Dousdebes. No obstante, por la presión social, todo indica que seguirá allí a pesar de su deteriorado estado de salud.
El asesino, quien en ese entonces tenía 20 años, cometió, junto a Héctor Somoza, 10 asesinatos a sangre fría y por la espalda, más que todo a serenos que custodiaban negocios como supermercados, boliches y ferreterías. A ese número se le tiene que agregar otro más, el propio Somoza, quien fue ejecutado de dos balazos por su cómplice tras una discusión.
Su caso llamó la atención no solo por los crímenes cometidos, sino por quién lo había cometido: un muchacho rubio, joven y con “cara angelical”. Además, sorprendió que casi no se hallaron vestigios de maltrato infantil o traumas de consideración, de manera que es difícil explicar cuál o cuáles fueron los detonantes para que el “Ángel Negro” iniciara su vida delictiva. «Procede de un hogar legítimo y completo, ausente de circunstancias higiénicas y morales desfavorables». «Tampoco hubo apremios económicos de importancia, reveses de fortuna, abandono del hogar, falta de trabajo, desgracias personales, enfermedades, conflictos afectivos, hacinamiento o promiscuidad», informó la pericia psiquiátrica.
«Yo quiero morir en libertad»
A pesar de cumplir el plazo establecido para ser liberado condicionalmente, le fue denegado el derecho por ser considerado como una persona violenta y que no se ha reformado positivamente. Cabe destacar que, en 2016, dio una entrevista en la que confesó que su primera acción, al salir de la cárcel, sería matar a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En diálogo con C5N, el representante legal del “Ángel Negro” solicitó la libertad para su cliente. “Él tuvo una frase que fue muy contundente para mí, que dijo: ‘Yo quiero morir en libertad’. Es una persona que tiene una lucidez muy llamativa para narrar los hechos como han ocurrido hace 50 años”. Además, señaló sus dificultades respiratorias producto del EPOC y el asma.
Películas, canciones, libros y documentales se han realizado a partir de su caso; algunos narrando su paso por la delincuencia y otros adentrándose más en su vida emocional y sentimental. No obstante, Carlos Robledo Puch es uno de los ejemplos de cómo las cárceles, muchas veces, no están preparadas para reinsertar socialmente a alguien con un prontuario tan escalofriante. Ningún juez se arriesga a poner su firma para concederle la libertad, de manera que su vida está, por ahora, entre cuatro paredes carcelarias.