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Científicos estudian el cambio climático a través de las colonias de pingüinos en la Antártida

Antártida

Mirando con prismáticos desde una lancha neumática que se balancea sobre unas aguas heladas, los investigadores de ecología polar Michael Wethington y Alex Borowicz escudriñan un afloramiento rocoso en la isla Andersson de la Antártida en busca de salpicaduras de guano marrón rojizo, que pueden indicar la existencia de una colonia de pingüinos en las cercanías.

Las aves se han convertido en mucho más que un símbolo icónico del sur helado de la Tierra. Los científicos los utilizan ahora como indicadores clave para entender el cambio climático cerca del Polo Sur, ya que algunas regiones occidentales, como la Península Antártica, han sufrido un rápido calentamiento, mientras que la Antártida Oriental sigue estando fría y cubierta de hielo.

«Contamos los nidos de pingüinos para saber cuántos pingüinos hay en una colonia, produciendo polluelos cada año, y si ese número aumenta o disminuye con las condiciones ambientales», explica Borowicz, de la Universidad Stony Brook de Nueva York. Para los investigadores del clima, nada es fácil en los remotos y helados confines de la Antártida.

No obstante, los pingüinos son más fáciles de rastrear que otras especies porque anidan en tierra y sus plumas negras y sus excrementos pueden distinguirse contra la extensión blanca. «Podemos utilizar a los pingüinos como bioindicadores para ver cómo funciona el resto del ecosistema», dijo Wethington, también de Stony Brook, replicó Reuters.

El simple recuento de pingüinos junto con otros métodos, como el análisis de las imágenes por satélite, permiten conocer una historia llena de matices, en la que algunos pingüinos son considerados «ganadores» a medida que el cambio climático abre nuevos hábitats, mientras que otros se ven obligados a buscar climas más fríos.

Espacio seguro para los pingüinos

Los pingüinos papúa, con sus picos de color rojo anaranjado y sus características marcas blancas en la cabeza, prefieren las aguas abiertas sin trozos de hielo. Cuando las temperaturas en la Península Antártica empezaron a aumentar más rápido que en casi cualquier otra parte del mundo durante la segunda mitad del siglo XX, las poblaciones de pingüinos papúa se expandieron hacia el sur, un proceso calificado por algunos científicos como una «gentooficación» de la Antártida.

«A los pingüinos papúa no les gusta el hielo marino», afirma David Ainley, biólogo de la consultora ecológica H.T. Harvey & Associates que lleva más de 50 años estudiando a los pingüinos. «Se alimentan principalmente en la plataforma continental y no se adentran mucho en el mar», agregó.

A medida que el hielo marino ha disminuido a lo largo del lado occidental de la península, los pingüinos papúa han aprovechado las condiciones hospitalarias. Pero las mismas condiciones han sido peores para los pingüinos de Adelia, que dependen del hielo marino para reproducirse y alimentarse.

«Cuando encontramos pingüinos de Adelia, normalmente sabemos que el hielo marino está cerca», explicó Wethington. «Y siempre que hemos visto que el hielo marino disminuye o desaparece por completo, entonces vemos que las poblaciones de pingüinos de Adelia correspondientes disminuyen sustancialmente». Aunque el número de pingüinos Adelia está aumentando en general, algunas poblaciones han disminuido en más del 65%.

En su expedición de enero a la región, los científicos de Stony Brook descubrieron que las colonias de Adelia alrededor del mar de Weddell, aún helado, se habían mantenido estables durante la última década. «Esta península es tal vez un espacio seguro, ya que vemos que el cambio climático avanza y el calentamiento general se produce en todo el planeta», dijo Wethington.