Rusia lanzó el jueves una invasión total de Ucrania por tierra, aire y mar, el mayor ataque de un Estado contra otro en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Misiles rusos cayeron sobre ciudades ucranianas y dejaron decenas de muertos. El episodio conmocionó al mundo que desde hace semanas advertía sobre un posible ataque ruso motivado por un conflicto que lleva años y venía alimentándose.
Durante meses, el presidente ruso Vladimir Putin negó que estuviera planeando una invasión. Sin embargo, este jueves anunció por la TV que tomó “la decisión de una operación militar” y argumentó que fue en defensa de los grupos separatistas del este de Ucrania. “Horas antes de que comenzara la invasión, los separatistas lanzaron una petición de ayuda a Moscú para detener la supuesta agresión ucraniana, afirmaciones que Estados Unidos tachó de propaganda rusa”, informaron fuentes internacionales.
El conflicto entre ambos países data de largos años y era un tema conocido por las agendas diplomáticas internacionales. Desde 2014, la región del Donbás, en el este de Ucrania, atraviesa una fuerte pelea interna que ya dejó más de 14.000 víctimas mortales. El punto inicial es la anexión de Crimea por parte de Rusia el 18 de marzo de ese año, episodio que despertó -aún más- la lucha de grupos separatistas que pretenden una región que no esté controlada por el Gobierno ucraniano.
Este conflicto es alimentado por Rusia que, atento a lo sucedido,desplegó su arsenal militar para apoyar a estos grupos que radican en una zona que, previo a la II Guerra Mundial, era territorio ruso. Un mes después de la decisión de Crimea, fuerzas prorrusas tomaron varias zonas en el este de Ucrania. Tal fue la presión, que el 11 de mayo de 2014 se declararon independientes las repúblicas de Donetsk y Lugansk, aunque hoy siguen sin ser reconocidas internacionalmente, informó Reuters.
Desde que comenzó la guerra en esa región, la OTAN acusó al gobierno de Putin de dar apoyo a los separatistas, algo que Moscú negó durante mucho tiempo y recién reconoció este jueves el movimiento “en defensa”. Si bien desde el último tiempo se buscó contener el conflicto mediante negociaciones de paz, el Kremlin usó el argumento de presuntos ataques de Ucrania a grupos separatistas para movilizar tropas a la frontera.
En resumen, el escenario geopolítico es determinante. Vladimir Putin no quiere que Ucrania entre en la OTAN y que la alianza con Europa siga expandiéndose, sino, por el contrario, Moscú quiere que vuelva a su configuración de 1997. Incluso, ha calificado a Ucrania de creación artificial arrancada a Rusia por sus enemigos, una descripción que los ucranianos tachan de indignante y falsa.
Lazos históricos
Los lazos que unen a ambos Estados son históricos y una clave en el desarrollo del conflicto. En Ucrania hay ciudadanos que se consideran rusos, concretamente el 17% de la población. No obstante, ese número escala en las regiones separatistas: por ejemplo, en Crimea el 68% de la población se considera rusa y en el Donbás más de 200.000 habitantes han adquirido el pasaporte ruso.
Pero también hay intereses económicos de por medio, principalmente el imperio del gas. Rusia es uno de los principales importadores de gas natural a Europa y para el desembarco del fluido al Viejo Continente debe pasar por Ucrania, que cobra porque el combustible atraviesa su territorio. Es decir, es considerado un estorbo. Por lo tanto, Moscú está buscando alternativas para no depender del país que hoy es bombardeado.