La política del gobierno de Alberto Fernández, cargada de ideología pero poco rentable, es claramente la del monopolio estatal en el cabotaje aéreo de Aerolíneas Argentinas. El retiro de Latam fue consecuencia de hechos que se sumaron y que determinaron su presentación a concurso en los Estados Unidos, pero con exclusión de las filiales de la Argentina y Brasil.
El cese de sus operaciones en nuestro país fue previo. La compañía vivió años de irracional sometimiento a presiones políticas y sindicales como la discriminación en el uso de las mangas, los hangares y los apoyos en tierra. Regulaciones caprichosas, conflictos laborales sin motivo y una larga lista de «otros». Similar situación atravesaron las low cost, a las que incluso se las terminó privando del uso del aeropuerto de El Palomar.
Los costos de Aerolíneas
Desde que fue estatizada en 2008 y hasta 2019 inclusive, Aerolíneas Argentinas costó a los contribuyentes cerca de 6000 millones de dólares, un promedio diario de un millón y medio. Solo basta pensar cuántos mejores destinos podrían tener esos fondos en una economía quebrada como la Argentina.
El argumento defensivo de quienes apoyan el monopolio estatal es que todas las empresas aéreas dan pérdida. Pero es falso. En ese mismo período, el conjunto de las 290 compañías aéreas miembros de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) expuso una utilidad que osciló entre el 1,1% de sus ingresos en 2012 y el 3,3% en 2010.
Solo una reducida minoría de estas empresas dio pérdidas, entre ellas, Aerolíneas Argentinas. Por cierto, la llegada de la pandemia disparó el desplome de esos valores. El tráfico cayó un 66% y el conjunto de IATA registró una pérdida de 118.000 millones de dólares. Nuevamente Aerolíneas Argentinas se ubicó entre las de mayores pérdidas en relación con el tamaño.
En 2020, recibió aportes del Tesoro por 45.076 millones de pesos, que equivalieron a 610 millones de dólares al cambio oficial. No deben buscarse razones geopolíticas ni funciones de fomento. La enorme pérdida solventada a través de los impuestos, que pagan incluso los que compran un kilo de arroz, se debe al comprobadamente ineficiente manejo estatal.
No cambia esta conclusión el hecho que fue mal operada cuando la privatización la puso en manos inconvenientes. El exceso de pilotos y de personal, con prerrogativas a las que la mayoría de los trabajadores no accede, así como el uso poco eficiente de las aeronaves, es consecuencia de ceder a presiones gremiales o políticas. La ausencia de competencia acentuará cada vez más estas deficiencias, así como su costo para el Estado.
Las empresas que dejaron el país
En los últimos años, 9 compañías aéreas que volaban regularmente en la Argentina decidieron suspender sus operaciones de forma temporal o permanente. Los motivos van desde las restricciones para operar, con aprobación de los cronogramas de vuelos en períodos quincenales o mensuales. Con poca anticipación y hasta la cancelación de rutas a determinados países, como sucedió con Gran Bretaña o hasta con destinos en África.
Vale recordar que desde el inicio de la pandemia, Latam, Qatar Airways y Air New Zealand son las tres aerolíneas que se fueron de Argentina. Mientras que Emirates, Ethiopian Airlines, Alitalia, Gol, Azul Linhas Aéreas Brasileiras y Air Canada suspendieron las actividades en el país de forma indefinida.