Un momento realmente fuerte fue el que se vivió en «Los Ocho Escalones del Millón«, el programa que lleva adelante Guido Kaczka a través de la pantalla de Canal Trece. Fue Gustavo, el participante que se quedó con el premio, quien emocionó a cada uno de los integrantes del ciclo, cuando se dio a conocer una historia durísima y conmocionante.
«Gustavo arranca, que es seguridad Gustavo, y que con el millón quiere comprar computadoras», lo presentó en un primer momento el conductor. «Sí, porque mi hija está estudiando Diseño Gráfico y la computadora que necesita es bastante potente y bastante cara. Y yo estoy estudiando profesorado de Literatura y también necesito una computadora, porque el año pasado hice el primer año con un celular todo el año y costó, cuesta escribir informes en el celularcito», aseveró él.
Al llegar a la final, el participante no pudo evitar las lágrimas. «Ay, cuánta emoción, maravilloso. ¿Quieren una copa de agua? Seguramente sí, Gustavo, ¿una copita de agua? Estás emocionado, los ojos llenos de lágrimas», le dijo Carmen Barbieri. «¿Por qué te emocionas tanto? Contame», quiso saber la jurado. «Si hablo lloro», lanzó Gustavo, quien finalmente se quedó con el gran premio.
Fue en ese momento, cuando Guido dio a conocer su historia. «Ahí está entonces, el ganador del millón de pesos. Gustavo Flores, que trabaja en seguridad hace diez años. En algún momento fue gerente de una heladería, estudia el profesorado de Literatura, está en segundo año, en el Instituto de las Abuelas de Plaza de Mayo, en Avellaneda», reveló.
«Vive en Villa de la Florida, en Quilmes. Vive con Alejandra, y con su hija Melanie, que para ella es la computadora. Crió a su sobrino desde los seis meses, porque su hermano, bueno, tuvo un accidente, esto es lo que escribiste, lo que contaste, que seguro es todo lo que andas recordando, un accidente que tuvo el hermano y él está con su hijo porque falleció«, sostuvo Guido. «Una historia realmente fuerte la tuya, por eso la emoción. Te tengo fe para el segundo millón», finalizó Carmen.
