Muy fuerte. Así fue lo que se vivió en Canal Nueve, más precisamente en La tarde del 9, el programa de entretenimientos que es conducido por Tomás Dente y Pía Slapka. Allí, quien rompió el silencio, fue nada más y nada menos que Alejandra Pradón, la mediática y exvedette, que no dudó en hablar de su carrera y de contar las duras situaciones que debió atravesar.
“Empecé de muy chiquita, a punto de cumplir los 18, y nunca dejé de trabajar. Mi papá tuvo que firmar el consentimiento y fui a bailar en lo que hoy es el Hotel Intercontinental con la Rumba Flamenca”, empezó. “Me vinieron a buscar y me fui… Viajé. No paraba, me pasaba los días bailando y ensayando. Hacíamos shows todas las noches en hoteles cinco estrellas con un grupo musical precioso. Con muchas compañeras de esa época, la mayoría centroamericanas, aún el día de hoy nos mantenemos en contacto”, comenzó asegurando.
“Como mi infancia no fue como la de todo el mundo, con una familia constituida, para mí casi todos los momentos que viví en mi carrera fueron lindos e importantes. Yo no quería ser famosa, la fama se me vino encima, y siempre me lo tomé como un trabajo. Lo que veo ahora es que, por el contrario, todos quieren ser famosos; no quieren trabajar. Es algo que no puedo entender. Te dicen: ‘Soy una figura pública’ y de repente aparecieron en dos programas de televisión”, apuntó.
Delante de cada uno de los televidentes, Alejandra Pradón continuó hablando ante la atenta mirada de Tomás Dente y Pía Slapka. “Mi papá trabajó 40 años en el Correo Central y nos tuvo que poner en un colegio de monjas como pupilas. Cuando terminamos la escuela primaria, a ella la crió mi tía, la familia hermosa por parte de mi papá. Yo amo vivir sola, pero durante la pandemia fue complicado. Yo amo a mi hermana Poupée y no poder verla a ella, que es el amor de mi vida y vive en zona norte, porque no se podía pasar la General Paz, fue terrible para mí”, comentó.
“Encima, vivimos pérdidas terribles. Hablaba con ella todo el tiempo, porque estaba muy mal el papá de su marido. Y yo le propuse verla desde la esquina. ¡Qué locura! Son cosas que pensabas que nunca ibas a vivir en tu vida. Una escena de película. Pero no nos pudimos ver, por cuidar a la gente que uno más quería, gente más propensa al peligro del Covid”, manifestó Alejandra y habló de la violencia que sufrió. “Mi primera convivencia fue con el productor teatral Daniel Comba, él me iba a ver mucho a Centroamérica y me pedía que volviera Buenos Aires. Me decía que me iba a dejar trabajar, porque es un aburrimiento estar con un hombre que te banca y te da todo”, sostuvo.
“Están buenos los regalos, pero a mí me gusta el trabajo. Y con muchos de mis novios el tema era: ‘¡No te pongas la minifalda! ¡No te maquilles!’. En su momento, con Claudio Arzeno, un jugador, parecía una pelota de fútbol: me vivía tirando del pelo, pegándome patadas… He dejado una obra, La noche de las pistolas frías, en el teatro Tabarís, que tiene capacidad para 1500 personas y llenábamos tres funciones, porque él me dijo que no quería que trabajara más. Yo lo quería y dejé mi trabajo, y eso no está bien”, finalizó Pradón.