Eugenio Zaffaroni aseguró que el atentado contra Cristina Kirchner no se debió a un "discurso de odio" sino a una prédica "de aniquilar al enemigo" POLÍTICA El Intransigente

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Eugenio Zaffaroni aseguró que el atentado contra Cristina Kirchner no se debió a un «discurso de odio» sino a una prédica «de aniquilar al enemigo»

El exmagistrado de la Corte Suprema consideró que cuando se lanza un determinado discurso sobre una sociedad, puede haber ciudadanos que quieran saltar a la fama cometiendo ilícitos.

En su habitual columna de opinión que tiene Eugenio Zaffaroni en una reconocida radio, el exmiembro de la Corte Suprema de Justicia analizó las causas que condujeron a Fernando Sabag Montiel a perpetrar el intento de magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Kirchner. El exjuez planteó que el ataque no se debió a un «discurso de odio» sino a una prédica «de aniquilar al enemigo». Y reflexionó: «Moderemos el discurso del enemigo. Adoptemos el discurso del opositor».

En el programa La García que se emite por AM750, Zaffaroni opinó sobre el ataque que sufrió la vicepresidenta. «La semana pasada se dijo que el ‘ellos o nosotros’ no era democrático. Que eso era nazi. La verdad es que el nazismo tuvo un teórico inteligente y sumamente peligroso, que fue Carl Schmitt. Fue quien, en la posguerra, legitimó como nadie la doctrina de seguridad nacional. Fue el que teorizó diciendo que el combatiente no regular no respetaba las reglas de la guerra del derecho internacional y, por ende, quedaba fuera del derecho internacional. Pero tampoco era un delincuente común. De modo que quedaba fuera del derecho y se lo podía aniquilar», comenzó su razonamiento el exmiembro de la Corte Suprema.

Y continuó: «Pero antes de todo eso, ya en tiempos del nazismo, teorizó la esencia de la política. Para él, la ciencia de la política, el arte de la política, consistía en elegir al enemigo. Pero no al opositor, sino a uno al que había que aniquilar, acabar, destruir. Realmente, nuestra política tomó el discurso del enemigo. Lo tomó el monopolio de los medios de comunicación. En la práctica está valiendo el lawfare. Pero no es la aniquilación física».

Luego de este prólogo, Zaffaroni reclamó poner atención en el discurso que se instala en la sociedad porque puede ocurrir que «algunos protagonistas de la política quieran saltar a la fama, poniéndose cada vez más duros y más odiadores». Y ahondó en el tema: «Cuando se lanza un discurso sobre una sociedad, se sabe que no todos los integrantes de esa sociedad gozan del mismo nivel de salud mental. Sujetos que no son locos, pero que son proclives, por su profunda frustración existencial, a tratar de convertirse en héroes. Tratar de salir a una fama que le es negada de otra manera».

Y ejemplificó: «Esos son los magnicidas a lo largo de toda la historia. El asesino de Lincoln se metió en el palco del palacio y le disparó creyendo que se convertiría en un héroe nacional. Salió disparado en un caballo, pensando que lo iba a acoger la sociedad con aplausos. Se tuvo que arrastrar hasta que se refugió en una granja y lo mataron».

Además, Zaffaroni explicó cómo las divisiones pueden dañar a un pueblo. «No es discurso de odio, es discurso schmittiano, es un discurso de aniquilar al enemigo. No el del opositor. Es un discurso lanzado sobre una sociedad que, inevitablemente, es receptado por un resentido de esta naturaleza«.

Y para finalizar, habló sobre el riesgo de difundir hechos como el atentado que sufrió la vicepresidenta. «Pero ojo, porque los medios al publicitar este nombre, a este sujeto, también pueden llamar a otros que tienen la misma característica. Son neuróticos muy graves, que creen que de este modo saltan a la fama y se convierten en héroes. Moderemos el discurso del enemigo. Adoptemos el discurso del opositor», concluyó.

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