Rusia disparó misiles y drones contra la ciudad portuaria de Mikoláiv, destruyendo un bloque de departamentos en el sur de Ucrania. Afirmó que la guerra tiende a una «escalada incontrolada» en una serie de llamadas telefónicas a ministros de Defensa occidentales.
El ataque a la ciudad, situada a unos 35 kilómetros al noroeste de la línea del frente en Jersón, se produjo mientras Moscú ordenaba a 60.000 personas que huyeran de la región «para salvar sus vidas» ante la contraofensiva ucraniana. El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu, habló sobre el «rápido deterioro de la situación» en llamadas telefónicas con sus homólogos británicos, franceses y turcos.
También habló por teléfono con el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, por segunda vez en tres días. El Pentágono dijo que Austin le comentó a Shoigu que «rechazaba cualquier pretexto para una escalada rusa». Sin aportar pruebas, el ministro ruso expresó que Kiev podría llevar a cabo una escalada utilizando una «bomba sucia», es decir, explosivos convencionales mezclados con material radiactivo.
Ucrania no posee armas nucleares, mientras que Rusia ha dicho que podría proteger su territorio con su arsenal nuclear. El canciller ucraniano, Dmitro Kuleba, rechazó la acusación por considerarla «absurda» y «peligrosa», y añadió: «Los rusos suelen acusar a otros de lo que ellos mismos planean», replicó Reuters.
En una declaración conjunta tras las conversaciones, Reino Unido, Francia y Estados Unidos reiteraron su compromiso a apoyar a Ucrania «durante el tiempo que sea necesario», rechazando la advertencia de Rusia sobre una «bomba sucia». «Nuestros países dejaron claro que todos rechazamos las acusaciones transparentemente falsas de Rusia de que Ucrania se está preparando para utilizar una bomba sucia en su propio territorio», expresaron.
