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Duelo, psicología y neurociencia: Costa Rica y su triunfo ante Japón

Los Ticos sorprendieron a los nipones, envalentonados tras haber vencido a Alemania en el debut, y pusieron de cabeza al grupo.

Costa Rica
Foto de FIFA

Siempre hay una vida más para esta versión del milagro de Costa Rica. En una impresionante demostración de actitud y carácter, se recuperaron de la contundente derrota ante España en la primera fecha. Vencieron por 1-0 a Japón -que había sorprendido a Alemania en el debut- en un grupo sin lógica. La espectacular definición de Keysher Fuller, por encima de un desesperado Shuichi Gonda que voló sin éxito, ya es una postal histórica que se suma a las que el país había retratado durante su aventura en Brasil 2014.

Roma no se levantó en un día pero la moral de un equipo puede reconstruirse en noventa horas. Lo sabe Luis Fernando Suárez, lo saben sus jugadores y lo sabe su psicólogo Felipe Camacho. Nadie salvo ellos, ni hasta el más optimista de los costarricenses que alentaban desde las entrañas del estadio Ahmad Bin Ali, hubiese imaginado semejante reacción. Costa Rica redondeó un partido perfecto, sin fisuras, sin errores. La escasa creatividad japonesa, la inmutable concentración de los costarricenses y la estelar aparición ofensiva de Fuller se combinaron para el resultado final.

Suárez ejecutó un plan simple en lo discursivo pero complejo en lo práctico: generar superioridad numérica en todos los sectores del campo de juego. Fueron pocas, muy pocas, las oportunidades en las que los japoneses pudieron encontrar ventajas o posiciones cómodas para construir. Apenas el ingreso de Junya Ito a los 66 minutos, el preciso instante en el que Hajime Moriyasu decidió abandonar definitivamente su estilo más pragmático para ir en busca de los tres puntos y la clasificación, pareció conmover las certezas de una Sele que aguantó estoica los embates y aprovechó su única chance de riesgo en todo el trámite. Costa Rica se pareció demasiado al modelo 2014, una formación tenaz e implacable capaz de capitalizar cada una de sus oportunidades.

La victoria ante los nipones es parte de una tendencia sostenida en el tiempo porque esta versión de Costa Rica está acostumbrada a sobrevivir. Antes de Qatar, lo demostró durante las Eliminatorias. Se recuperaron de un arranque decepcionante y sumaron 19 de los últimos 21 puntos para conseguir un boleto al repechaje intercontinental ante Nueva Zelanda. Aquella remontada funciona en retrospectiva como el hito fundacional de un ciclo que hizo emocionar a su pueblo en Doha.

Más allá del trámite, el escenario agiganta la proeza. Parece prácticamente imposible que un equipo que recibe en el debut una goleada del tamaño de la sufrida por los costarricenses pueda ponerse de pie tan rápidamente para vencer a un adversario que se había cargado a una de las candidatas al título. Es que para el plantel las fases del duelo apenas duraron 48 horas.

Francisco Calvo es uno de sus mayores referentes: participó de la eliminación en fase de grupos de Rusia 2018. Uno de los puntos más altos en la tarde catarí, parte fundamental de la muralla que edificó Suárez, explicó el proceso íntimo en la zona mixta para FIFA+: “Voy a ser sincero: los primeros dos días fueron un duelo. Fue una derrota muy dolorosa. Inmediatamente después de eso, lo olvidamos, pasamos página. Son accidentes del fútbol, no somos la primera selección o equipo al que le pasa eso. Tuvimos una mala noche, España tuvo una noche perfecta, y lo aprovecharon. Ahora creo que demostramos lo fuertes que somos mentalmente y lo unido que es este grupo”.

Celso Borges es otro histórico: forma parte de la exclusiva camada que alcanzó los cuartos de final en Brasil 2014. El exquisito mediocampista del Alajuelense sabe bien que nunca hay que dar por muerto a su selección: nadie hubiese esperado que ganara el grupo de la muerte hace ocho años por delante de Italia, Uruguay e Inglaterra. Termómetro y usina futbolística en el mediocampo, para él fue determinante la decisión de mantenerse al margen de las redes sociales y los medios: “Lo más importante que hicimos fue que nos aislamos un poco de cualquier comentario, cualquier cosa que nos hiciera algún daño al grupo. Habíamos luchado mucho para venir hasta acá, nos salió el peor partido, contra el mejor de otra selección. Tragamos fuerte y ahora pudimos hacer un buen partido”.

Joel Campbell es el hombre de los goles importantes, la respuesta recurrente a una misma pregunta desde Brasil 2014. Aunque todavía no anotó en Catar 2022, fue el autor del gol de la clasificación y es decisivo con su presencia y su jerarquía: “Somos un grupo mentalmente muy fuerte. Obviamente el primer partido fue un golpe, pero sabemos que estas cosas pueden pasar. Lo bueno de caerse es levantarse, y hoy nos levantamos. Mostramos lo que somos: un equipo solidario, con buena técnica y ordenados. Costa Rica está viva”.

Al margen de la fortaleza interna y de la mancomunión en el seno del plantel, Costa Rica trabaja con un psicólogo desde que Suárez aterrizó en San José en junio de 2021. Felipe Camacho es uno de los grandes responsables de la recuperación anímica de un equipo que en la última fecha irá en busca de otra hazaña ante la poderosa Alemania: “Tenemos un gran psicólogo que trabaja la parte mental -explica Calvo-. Estudia muchísimo, es un gran profesional, y nos trabaja mucho eso. Es parte de un proceso, de un trabajo que venimos haciendo no desde ahora en el Mundial, sino desde hace muchísimo tiempo. Eso mismo nos pasó en las Eliminatorias y gracias a Dios la rescatamos”.

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Borges entrega aún más detalles: “Llevamos desde que está el profe Suárez al mando. No es que lo hicimos por un resultado, ni nos condiciona la manera de trabajar, es lo que hemos venido haciendo. Un equipo que puede recuperarse de un 7-0, en un Mundial, en su primer partido para ganar el segundo, habla muy bien de cómo estamos mentalmente. No era fácil, lo más fácil era venirse abajo y tirar todo para arriba, decir ya fue… Pero seguimos dando la pelea”.

Camacho encontró resistencia y sufrió críticas en las últimas semanas porque -los murmullos decían- los convocados por Suárez aseguraban que su objetivo es salir campeones del mundo. «Me hago totalmente responsable de eso. Desde la neurociencia es más desubicado la persona que ni siquiera tiene objetivos y no sabe para dónde va. No sé por qué a nosotros se nos hace tan raro pero si lo dice un argentino o un europeo es normal. Queremos que esa mentalidad ganadora empiece a ser normal para recoger las semillas a corto, mediano y largo plazo», se defendió Camacho.

Su trabajo no es el de un psicólogo convencional: no se trata de sesiones interminables de diván. En cambio, sale al campo de juego y desarrolla la parte cognitiva para trabajar en diferentes recursos, siempre con la pelota como protagonista: la velocidad de reacción, la concentración, la memoria, el manejo de la ansiedad. El plantel Tico se empapa de otros temas, fundamentales en el fútbol moderno, gracias a su presencia: la importancia del sueño, el funcionamiento del cerebro y la meditación.

Con Suárez en la pizarra y Camacho en la cabeza, Costa Rica demostró su robustez táctica y anímica en una victoria que le devuelve los sueños que había construido en los meses previos a Qatar 2022.

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