Se trata, sin lugar a dudas, de una de las periodistas más importantes de los medios de comunicación de nuestro país. Cristina Pérez ha sabido muy bien de qué manera ganarse el cariño de la gente que la sigue tanto en el noticiero de Telefe junto a Rodolfo Barili, como así también en «Cristina Sin Vueltas», el ciclo que se emite en Radio Rivadavia.
Allí, hizo referencia a la sentencia sobre la causa Vialidad. «Cristina Kirchner volvió al poder para que este día nunca llegara. Para conseguirlo le dio el poder a quien consideraba un traidor: el ex jefe de gabinete que la había criticado más descarnadamente que ningún opositor. El que incluso, al aparecer los bolsos con dólares de José López revoleados en un convento, afirmó que él se había ido del gobierno de ella advirtiéndole sobre la obra pública», sostuvo.
«El problema del presidente es precisamente, que su principal contradicción la tiene con él: que ahora afirma todo lo contrario a lo que él mismo decía no hace mucho tiempo atrás y eso incluye los escándalos por la obra pública. Antes había advertido sobre la obra pública, ahora son decisiones políticas no judiciables. Antes sí conocía a Lázaro Báez y ahora no lo conoce. ¿Mintió entonces o miente ahora?», indagó picante.
Tajante
Delante de los oyentes, Cristina Pérez decidió ir por más. «Probablemente importa poco ya cuándo dice o no la verdad el presidente. La devaluación de su palabra descendió en estas horas a las cloacas de los servicios. Ni siquiera sótanos. En el mismo mensaje en que se jactó de luchar contra el uso de los servicios de inteligencia para perseguir opositores, se basó en una operación de inteligencia para escrachar a opositores y para denunciar a jueces. El presidente de la nación usó la cadena nacional para escrachar», apuntó.
«Cuando aún no se puede dar crédito de veracidad a los audios que involucran a jueces, funcionarios y empresarios, y existiendo denuncias de hackeo y falseamiento de información, el mandatario interrumpió la vida de los argentinos, no para hablarles de sus problemas, sino para ejecutar una venganza. Además de manchar su propia investidura dejó en claro el único verdadero objetivo de su llegada al sillón de Rivadavia: representar el poder furioso de Cristina Fernández», aseveró.
«Él, sólo ejecutó como degradado cancerbero, como perro faldero, otro lanzamiento de barro al escenario. Que todos parezcan lo mismo acaso para disimular. Que como dijo la propia Cristina en la más insólita de sus defensas: que no sea ella la única bolud*. Esto es todo lo que le quedó al presidente para tapar el sol con la mano. Él, que asumió casi como abogado defensor de Cristina, para garantizarle impunidad, el día antes de la primera sentencia por corrupción, tuvo que sobreactuar fidelidad, porque sabe que ella, lo considera culpable de que la declaren culpable», sentenció Cristina.