Se trata, sin lugar a dudas, de una de las artistas más queridas, reconocidas y talentosas de nuestro país. Y es que Soledad Pastorutti ha sabido muy bien de qué manera ganarse el cariño del público que la sigue desde hace años, cuando comenzó con su carrera artística siendo tan solo una niña que conquistó a todos.
Esta vez, fue noticia por lo que decidió contar en “Noche Al Dente”, el ciclo que lleva adelante Fernando Dente en América TV. Mi primer trabajo fue como canillita para un diario de distribución gratuita, en mi pueblo. Mis fans por mí hicieron muchas cosas, llegaron a entrar a mi casa. Viajes larguísimos, dormir en la calle y comer de la basura”, lanzó.
“Me lo confesaron dos fans que se conocieron en un recital mío, y el chico me contó que en ese momento no tenía plata, viajaba a dedo y buscó comida en la basura, y terminó comiendo el pedazo de una manzana”, contó dejando a todos con la boca abierta. Fue en ese momento cuando se emocionó al hablar de su infancia.
Movilizada
“En la casa de mi infancia faltaron un montón de cosas, pero mi mamá limpiaba la casa silbando y mi papá también volvía del trabajo cantando. Ninguno era músico, pero era una familia muy musical. Mi mamá daba clases de streching en el garaje de mi casa y a mi papá no lo sacabas del folkore”, aclaró Sole delante de los televidentes.
“Cuando elegí el tema La viajerita, de Jorge Cafrune, lo hice en homenaje a mi papá. Esta canción siempre la cantaba él, me recuerda todos esos momentos. Mi papá me grababa en la consola antes de tener el contrato con Sony, y le poníamos manualmente el nombre al casete para venderlo y bancar la nafta que nos llevaba a los distintos pueblos donde dábamos recitales. Él siempre tenía la excusa de llevar a Natalia y Soledad, para estar todos juntos”, comentó.
“A veces en situaciones totalmente adversas, la gente ve el horizonte allá lejos y no importa dónde nació. Mi hermana y yo no podríamos ser lo que somos si no fuera por mi papá. Los primeros años de mi carrera no podía decirle que no. No tuvo un hijo futbolista, pero tuvo una hija folklorista. Mi adolescencia con mis amigos fue la mejor. Nosotros jugábamos a la escondida por todo el pueblo. Vivir en un pueblo como Arequito, ir al secundario sin dormir, con el grabador al hombro, porque yo tenía todos los CDs que me regalaba la discográfica. En aquel momento los llevaba, lo pasábamos en la plaza del pueblo y después nos íbamos sin dormir al colegio”, sentenció Soledad Pastorutti.