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VIDA Y ESTILO

Día del Pinot Noir, la fascinación de una cepa caprichosa que da vinos de excelencia

Se trata de una de las cepas mejor catalogadas y por su complejidad es muy codiciada.

Pinot Noir

¡Feliz, feliz en tu día, pinot noir! El Día del Pinot Noir se festeja en el mundo. Y estamos de parabienes, ya que se trata de una cepa caprichosa que da vinos de excelencia y causa fascinación. ¿Qué más podemos pedir? Al fin de cuentas las vides son como las personas, cada una con su estilo y característica, sus defectos y virtudes.

El pinot noir es una de las cepas mejor catalogadas y por su complejidad es muy codiciada. Es el corazón de algunos de los vinos más elegantes. Considerando su lugar de origen, la región de Borgoña en Francia, el varietal pinot noir es sinónimo de un terruño complejo como compleja es la cepa a la que hoy rendimos homenaje.

Cuando nos referimos al terruño, sabemos que este es un elemento fundamental para la identidad de los vinos que se producen. Las cepas crecen de forma distinta en terrenos diferentes, donde el clima, la altura y la amplitud térmica juegan un papel fundamental, atento al concepto moderno que considera que el vino comienza en el viñedo.

¿A qué sabe un verdadero pinot noir? Los sentidos varían de acuerdo a la sensibilidad de la persona, hecho que lleva a marcar aromas y sabores a frutas rojas frescas como frutillas y cerezas, pasando por los terrosos, especias y hasta hongos. En esta gama queda plasmada su verdadera identidad, compleja, variada e interesante.

Otra característica fundamental es su piel, más suave que las de otras cepas, que permite lograr vinos con una coloración más clara. Su acidez es versátil, posee taninos suaves y su cuerpo puede variar entre ligero y medio.

De los romanos a los monjes cistercienses

En la zona de Borgoña, de la mano de los romanos, la vitis vinífera pinot noir se casó con el suelo francés, afianzando sus sabores y fortaleciendo su identidad. Ya entrando en la Edad Media es imposible eludir la labor de los monasterios, verdaderos focos del saber en las distintas disciplinas, que se encargaron de seleccionar y darle la identidad que conocemos hoy en día. Así fue como fue adquiriendo el prestigio hoy alcanzó la variedad.

Es en la Baja Edad Media, cuando el pinot noir comenzó a traspasar las fronteras de Borgoña, cobraron fuerza las denominaciones Cote de Nuits, Chablis y Cote de Beaune. Adentrado el siglo XIX, la cepa se propagó por fuera de las fronteras de Francia, recalando en Oregón y California, Nueva Zelanda y Alemania, en este último es conocida como Spätburgunder.

En los años 1900, el pinot noir ya había conquistado los paladares de todo el mundo, afincándose en Oregon, en Sonoma y el Valle de Willamette, y en Central Otrago, Nueva Zelanda, se arraigó de tal manera que sus vinos hoy son ampliamente reconocidos.

Ser los mejores y parecer los mejores

Ya hemos conocido las características del pinot noir, y de suyo surge la pregunta: ¿cuáles son los mejores pinot noir del mundo? ¿Dónde crecen? ¿Cuáles son las cualidades óptimas de cultivo? ¿Es una especie muy delicada?

Al ser su piel un tanto más fina, es más vulnerable a las enfermedades y plagas que atacan a la vid, pero esta debilidad es también su fortaleza. La capacidad para defenderse influye en su concentración y en la delicadeza de los vinos que produce.

Destaca, en primer lugar, la región de Borgoña en Francia. Su nicho, su lugar desde donde se mostró al mundo. Sus mejores exponentes son Gevrey Chambertin y Romanée Conti. En Nueva Zelanda, Central Otago y Martinborough se erigen como las mejores zonas; en Oregon, Estados Unidos, emerge el valle de Willamatte, y, para terminar, California, en las zonas de Sonoma Coast y Russian River Valley.

Todavía recordamos la película de 2004, “Entre copas”, donde el enfoque dramático de dos hombres que luchan para vencer sus adicciones contribuyó al aurea de sofisticación que ya tenía la cepa.

La actriz Drew Barrymore y Barack Obama se cuentan entre sus fanáticos. El Día del Pinot Noir es un excelente motivo para levantar la copa, mirando a los ojos, y beberla degustando desde la primera gota hasta la última. Eso sí, siguiendo el protocolo: jamás chocar las copas. Respetar la etiqueta es un “must” al que nunca debemos renunciar. Ya lo afirmó el escritor Gustave Flaubert, que algo sabía de este “metier”: “Elegancia es la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos”.